Miles de mujeres y hombres, de todas las edades, han acudido a la Basílica de Guadalupe para encontrarse cara a cara con la morenita del Tepeyac, quien a cada uno en lo personal le repite las palabras que dijo a San Juan Diego:
“No tengas miedo. ¿Acaso no estoy yo aquí que tengo el honor y la dicha de ser tu Madre? ¿Acaso no soy yo tu protección y tu resguardo? ¿Acaso no soy yo la fuente de tu alegría? ¿No estás acaso en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos? ¿De qué otra cosa tienes necesidad?”
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