En los casi dos meses que lleva como presidente, AMLO no ha erradicado la corrupción como lo había prometido en campaña y todos estos desmanes del desabasto de gasolina parecen ser una cortina de humo para que olvidemos el helicopterazo y el despido de los burócratas.
Iba a barrer con toda la corrupción de arriba para abajo, pero sólo hemos visto amnistía e impunidad, que se traducen en contubernio; así en vez de decir “me canso, ganso” el “pueblo sabio” expresa “de lenguas me como un plato”.
El propio AMLO acaba de afirmar que no hay ninguna acusación contra Romero Deschamps, eternizado líder del sindicato petrolero desde que Salinas de Gortari lo puso, tras defenestrar a Sebastián Guzmán Cabrera, el fallido prospecto para sustituir a “La Quina”, al encarcelar a éste, y retirarlo definitivamente del liderazgo.
¿Tanta complacencia hacia el ensoberbecido líder será para que no se le ocurra desatar una huelga en Pemex, que pondría en jaque la presidencia de Obrador?
El susodicho algo teme, por eso solicitó un amparo “de sondeo” para ver si no hay denuncias en su contra, y para protegerse de los jueces y policías federales. Recordemos “cuando el río suena, agua lleva”; o sea no trae su conciencia muy limpia, si es que todavía la tiene.
¿O será que no confía en el presidente, quien dijo no saber que haya denuncias contra el líder, al comentar el respaldo que le brindó en un desplegado de prensa con motivo del lío huachicolero?
Hay demasiados políticos corruptos, o sea mucha tela de dónde cortar, fuera y dentro del gobierno de la 4ª transformación; pero nada pasa, y difícilmente pasará pues, todo indica que Andrés ya los favoreció con el “punto final”, y ellos siguen tan campantes.
Recordemos que en su campaña perdonaba y absolvía a cuantos se le acercaban, en una especie de “simonía política”, y al parecer no gratuita.
Con motivo de la crisis gasolinera, el propio presidente recalcó que hay muchos huachicoleros culpables, y procederá contra ellos; más pasan los días, no ocurre nada y vemos que el robo de los ductos de Pemex sigue y ni siquiera es, ni se intenta declararlo delito grave.
AMLO ya tomó el recurso socorrido de sus antecesores: echarle la culpa al anterior. “Me colmaron el plato; dejaron destruido el país”, se quejó y añadió: “el gobierno no estaba para servir al pueblo, sino para facilitar la corrupción”.
Aunque todos los días parezca que Andrés aún es candidato, ya pasó la campaña electoral, y no hace falta que prometa que arremeterá contra los corruptos, pues los hechos desmienten sus reiteradas promesas.
La consulta popular para ver si enjuicia a los expresidentes, que anunció para marzo, quedará en nada, pues se impondrá lo que él diga, como en la del aeropuerto.
Si está rodeado por célebres corruptos, ¿cómo va a actuar contra ellos? ¿Y cómo recuperará los 500 mil millones de pesos de ese renglón, que prometió invertir en favor de los más pobres, que siguen esperando, pues no bastan los programas sociales, sino una acción contundente?
Por otra parte, flaco favor le hace sus comunicadores al dejarlo sólo enfrentar el desabasto de gasolina. Sin cumplir su papel pretenden presentarlo como el campeón que resuelve el problema (que ha durado demasiado), y llegan al absurdo de pretender igualar esta coyuntura con la expropiación petrolera del presidente Cárdenas.
Quieren vernos la cara a todos los mexicanos, mientras disminuye el tráfico vehicular en carreteras, las ventas del comercio, los colegios suspenden las clases vespertinas y alimentos, taxis e inflación se disparan por el desabasto de combustible.
No basta que AMLO pida comprensión y calma; el pueblo sufre y aún confía en que él lo sacará del problema.
Debe ponderar que crece la indignación popular, se multiplican los bloqueos de calles por el desabasto; ya hubo balazos en Netzahualcóyotl, y ojalá no ocurran defunciones por no poder trasladar a los enfermos a los hospitales; porque los muertitos tienen un lenguaje muy especial, por desgracia.
Parecería que se empeñan en ratificar que la 4ª.T es cuento, pues lo ha sido en el combate a la corrupción e impunidad.
Que lo digan, entre tantos, Rosario Robles (a quien AMLO le dijo que no se apurara, porque es una vil víctima) y “Napito” Gómez Urrutia, a quien se le descubrió que recibió millones del Javier Duarte, exgobernador veracruzano y el más corrupto del sexenio pasado; o bien Romero Deschamps.
Los días pasan y los problemas se acumulan, aunque diario AMLO pida paciencia en Palacio Nacional, pues nos hizo creer que al llegar él, todo se resolvería como por arte de magia.
Pero ya es tiempo que conozcamos la verdad de todo este enredo, convertido en acertijo por tanta versión que el propio gobierno propicia.
The Wall Street Journal informó que AMLO (aunque él lo desmintió) redujo 45% las importaciones de gasolina de EU, y muchos interpretan el “Viva México”, que profirió Nicolás Maduro en su nueva toma de posesión, como confirmación de que tales importaciones se contrataron con Venezuela.
Los problemas se acumulan. Por ejemplo, nada se informa del helicopterazo en que murieron la gobernadora de Puebla Erika Alonso, su esposa el coordinador panista en el Senado, Moreno Valle y 3 acompañantes. Como si quisieran que la gente ya no se acordara del “accidente”.
Pues el huachicoleo que padecemos es buena maniobra de distracción, para que olvidemos éste y a más de 13 mil burócratas federales despedidos.
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