También podríamos plantear la pregunta del siguiente modo: ¿una persona nace varón o se hace varón?
La respuesta dependerá en gran medida de los conceptos que se posean sobre lo que es la sexualidad y de lo que es la persona humana.
La persona humana es un todo íntegro de cuerpo y espíritu en donde la sexualidad es una determinación intrínseca que abarca a todo el ser personal en distintos niveles. Por el aspecto biológico se puede advertir que una persona se encuentra determinada como varón o mujer a nivel cromosómico, genital, gonadal, hormonal e incluso cerebral.
Desde el ámbito biológico no se escoge ser varón o mujer pues desde la misma concepción un cigoto humano ya es masculino o femenino, resulta evidente –gracias al conocimiento científico que se tiene actualmente- que en el mismo origen de una determinada persona ya se es varón o mujer. Y así como nadie ha escogido darse origen a sí mismo, lo cual es absurdo, nadie a nivel biológico escoge ser varón o mujer.
Sin embargo, alguien podría decir con sobrada razón que no somos pura biología, en la persona humana existe un ámbito psico-espiritual que también es sexuado e incluso humaniza a lo biológico, es decir, lo psico-espiritual sería causa formal por lo cual lo biológico en la persona es humano y lo sexual a nivel biológico se humaniza.
En efecto, si concebimos a la persona humana como un todo íntegro, lo sexuado en ella incluye lo biológico y lo psico-espiritual. Pero éste último aspecto de la persona no es sexuado de modo determinado a como ocurre a nivel biológico. Lo psico-espiritual es determinable en su sexualidad por aspectos educativos y sociales, más el juego de la libertad individual para asumir una sexualidad íntegra como varón o como mujer.
La educación principalmente a nivel familiar junto con la educación escolar no deja de tener un papel imprescindible en la determinación de la sexualidad de una persona durante su etapa de niñez en este nivel psico-espiritual. A un niño o niña se le educa como varón o como mujer según una serie de criterios en donde lo social marca diversos elementos que distinguen a lo masculino de lo femenino, de tal modo, que en la etapa de la niñez se va determinando lo que es ser varón o ser mujer y a la vez una determinada persona en su etapa infantil se va identificado con lo que es ser un varón o ser una mujer según sea el caso.
Si lo sexuado a nivel psico-espiritual se determina por lo educativo y por lo social, no hay que desechar lo biológico que se presenta como una sexualidad ya determinada.
Así pues, volviendo a la preguntas: ¿una persona nace mujer o se hace mujer?, ¿una persona nace varón o se hace varón?. Son preguntas que plantean una falsa disyuntiva en donde se presupone que la persona humana no es un todo íntegro de cuerpo y psico-espiritualidad.
La cuestión tratada en el presente artículo no se debe plantear con una disyuntiva, sino con una conjuntiva: una persona nace mujer y se hace mujer. Una persona nace varón y se hace varón. Y a la vez, el término nacer también resulta tramposo, más bien hay que decir: la persona humana en su misma concepción al constituirse como cigoto humano ya está determinada como varón o mujer y tal determinación vale para todo su desarrollo biológico. La determinación biológica de la sexualidad es la base para que al momento de nacer (incluso antes si le hacemos caso a las dinámicas de estimulación prenatal) una persona humana ingrese a un mundo educativo y social en donde existirán elementos que distingan entre lo masculino y lo femenino para que dicha persona se vaya haciendo varón o mujer según sea el caso.
En pocas palabras, una persona al momento de nacer ya es a nivel biológico varón o mujer con una manifestación sexual evidenciada en el sexo genital, y como su desarrollo psico-espiritual exige una educación la cual está inserta en un marco social que asume criterios de distinción sexual entre lo masculino y lo femenino, esto debe contribuir a que tal persona se haga mujer o se haga varón según lo dado biológicamente. Todo esto si se desea tomar en cuenta a la persona como un todo íntegro.
Como un apunte final a todo lo que se ha escrito en este artículo, no hay que dejar de lado a la libertad humana propia de lo espiritual que hay en la persona. Una persona ya es varón o mujer desde lo biológico y en el aspecto psico-espiritual se hace varón o mujer, pero es de vital importancia que una persona en lo individual se vaya asumiendo libremente como mujer o varón lo cual se traducirá en una conducta sexual. El papel de la libertad de cada persona no deja de ser un elemento a considerar de manera específica en la integración sexual de una persona. Pero de eso mejor será tratado en otro artículo.
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