La gestión de las emociones de los menores es la base de su vida adulta, por lo que será mucho más fácil que aprendan a cómo reaccionar sin llegar a la violencia o agresiones.
Hace aproximadamente dos semanas se hizo viral el video de dos niñas, hermanitas, donde celebraban el cumpleaños de la menor, Eduarda, y a la mayor, Antonieta, se le ocurre apagar la velita que no le correspondía porque no era su fiesta. Eduarda se enoja muchísimo y la agrede jalándole el cabello y Antonieta sin ningún signo de arrepentimiento muestra una cara de satisfacción.
Hubo muchos comentarios al respecto, algunas personas decían que eran sólo niñas y que no era grave ese comportamiento, pues son muy pequeñas. Había otro grupo que señalaba que era una señal bastante grave de lo que pasa en casa y que no están siendo educadas correctamente, incluso muchos psicólogos en sus páginas externaron su opinión al respecto y curiosamente coincidían en que no era correcta su conducta, además que había mucha falta de trabajo por parte de los padres, sin embargo hubo quienes los tacharon de exagerados a pesar de que ellos son los profesionales en la conducta humana y emociones.
Pues me di a la tarea de entrevistar a una psicóloga, Ivette Olmedo, de Ciudad de México sobre esta situación y las opiniones tan encontradas entre la gente. Ella me comentó que, en efecto, esta conducta no es correcta, la violencia nunca debería ser justificada ni permitida en ninguna edad y bajo ninguna circunstancia, no porque las niñas tengan tres y cinco años pueden reaccionar de la manera que quieran dañando física o emocionalmente a la otra.
Antonieta no supo manejar su frustración o celos de que su hermana Eduarda tenía la atención de todos los asistentes y recibía regalos por ser su cumpleaños y Eduarda no supo cómo gestionar su sentimiento de enojo porque Antonieta apagó su velita, son niñas a las que no les han establecido límites y mucho menos enseñado cómo gestionar sus emociones.
Pero ¿Qué hacer entonces? bueno pues poner límites sanos desde el amor, aunque sea más chamba, ¿quién dijo que ser papás era tarea fácil? y quizá tampoco es para todos por eso hay que analizar bien si estamos dispuestos a aventarnos ese paquetito porque es un trabajo para toda la vida.
El ser humano desde que es bebé empieza a entender lo que está bien y lo que está mal. ¡Aunque usted no lo crea! La psicóloga señala que si se deja a los niños hacer lo que sea por pensar que no lo entenderían, cuando los padres deseen poner límites a los cinco o seis años porque creen que a esa edad comprenden más, déjenme les digo que será mucho más difícil pues el menor ya estará acostumbrado a hacer lo que le plazca y ahora lo que no va a entender es por qué mamá o papá no lo dejan hacer lo que siempre hacía.
La gestión de las emociones de los menores es la base de su vida adulta, si se les enseña a los niños que deben expresar lo que les está molestando, enojando, haciendo sentir tristes a través de palabras será mucho más fácil que aprendan a cómo reaccionar sin llegar a la violencia o agresiones, pero por supuesto ellos aprenden también del ejemplo y si usted padre o madre le dice a su hijo que no hay que decir mentiras también lo debe poner en práctica porque si usted miente aunque le diga a su hijo o hija que no mienta lo hará. Un ejemplo sencillo que Ivette me comentaba era cuando alguien llama por teléfono, el niño responde y usted le dice –no, dile que no estoy. Cuando evidentemente sí está. Si usted no quiere responder la llamada de alguien, en su lugar puede decir –dile que ahora no puedo atenderlo. Eso sería más creíble y sin tener que mentir.
Sí ya sé, muchos de ustedes lectores estarán diciendo –pero a mí me criaron con mis nalgadas, manazos y demás castigos físicos y estoy bastante bien, no me traumé, soy un ciudadano productivo y bueno. Como nos señala Olmedo, probablemente sea una buena persona en muchos aspectos de su vida, pero ¿Ha analizado sus relaciones personales? ¿Ha tenido relaciones destructivas o que no son duraderas? Bueno esos son algunos ejemplos de en qué manera le afectaron los golpes de la niñez.
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