Vaya medio de comunicación que utiliza el @POTUS, Donald J. Trump, para golpear cada vez que puede a quien cree vulnera la estabilidad de su país, llámense musulmanes o mexicanos. Y es que, desde sus inicios de campaña hasta lograr la presidencia, su aliado incondicional se llama Twitter, que como asesor doblegado le dice que sí a todos los mensajes que Trump quiere lanzar.
Esta plataforma digital que a junio de 2016 contaba con 313 millones de usuarios activos en todo el mundo, defiende su protagonismo en la emisión de tuits que generan gran impacto. Jamás pensaríamos que a través del microblogging, las relaciones multilaterales entre México y Estados Unidos estuvieran a punto del quebranto, y peor aún, generaran un ambiente de psicosis en el mundo entero.
Este ejemplo refleja que las formas de comunicar y los modelos de comunicación han cambiado. Lo que hoy vemos es un pensamiento distinto al esquema tan “taquillero” que en su momento nos vendió Marshall McLuhan, quien sentenció: “el medio es el mensaje”. Hoy, en pleno siglo XXI y en medio, según los expertos, de un reajuste comercial, vemos un cambio, donde hoy el mensaje y el medio son igual de importantes para llegar a las audiencias objetivo, y eso lo entendió muy bien el @POTUS.
La combinación Trump y Twitter, es decir, mensaje y medio, han desatado juntos una gran polémica. Es así como la comunicación basada en el “¿cómo lo decimos y por dónde lo transmitimos?” ha despertado también la atención de los medios tradicionales (televisión, radio y prensa escrita) y digitales, quienes todos los días mencionan la frase: “lo dijo desde su cuenta de Twitter”.
En pocas palabras, la creación de nuevos medios de comunicación que nos ayuden a acceder en tiempo real a la información suma, lo que representa una resta, es que sea a través de estos medios que las “trumpadas de Trump” nos peguen para deshacer los sueños y logros de los migrantes, para romper una dinámica comercial donde se ven beneficiadas millones de familias en México y Estados Unidos, para romper con la estabilidad y el buen ánimo del mundo; en fin, esperemos que ahora la “Tuitplomacia” sea la que de hoy en adelante nos llene de esperanza y prosperidad.
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