Vemos lo que se informa sobre los sueldos, prestaciones, aguinaldo, bonificaciones, etc., de senadores, diputados, magistrados, funcionarios de Auditoría Federal, Judicatura, Tribunal Electoral, Consejeros INE, CNDH, Comisión Federal de Competencia Económica, Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, Instituto Federal de Telecomunicaciones, Instituto de Transparencia y Acceso a la Información y Protección de Datos, INEGI, etc., que sin ningún rubor en este año de tribulaciones continúan igual como si estuviéramos en bonanza.
Cuando nos enteramos de los desvíos estratosféricos de algunos gobernadores, que no sabemos bien a bien si se los robaron o los usaron para otros fines ilegales, y que no les pasa nada.
Desde hace tiempo varios analistas y empresarios advirtieron que, pese a la crisis, el gobierno no se estaba recortando el gasto en la medida y manera adecuadas, como proporción del PIB, sino que, por el contrario, lo estaba subiendo peligrosamente. El Gobierno, por su parte, insistía una y otra vez que se estaba actuando con responsabilidad y cuidando el equilibrio fiscal, que no había peligro, etc. Y ya vemos lo que pasó con el dólar, que nos está llevando a una serie de problemas como el gasolinazo, que es sólo el principio.
Con lo anterior, entre otras cosas, nos explicamos la rabia y la indignación que están provocando los desmanes que de ninguna manera queremos justificar, pero que dan luz sobre el porqué de la reacción popular.
Desde luego que, en el caso del gasolinazo, sí se debe actuar con responsabilidad y no subsidiar para momentáneamente salir del paso. Sí, pero les proponemos lo siguiente, que es la respuesta al “Ustedes qué hubieran hecho”, y a la vez nuestra solicitud al gobierno en sus tres poderes:
Bajar los gastos en sueldos, prestaciones… y el largo etcétera, y repartirnos la carga del impuesto a los combustibles, de manera equitativa y justa: entre nosotros, el Pueblo, que no tuvimos “vela en el entierro”, y ustedes, los funcionarios bajando sus gastos. De esta manera se cubre este hoyo presupuestal, sin cargarnos de nuevo todo a nosotros.
México es un país generoso y ya vimos que cuando se trabaja con mesura y probidad se comienzan a equilibrar y mejorar las cosas. No echemos en saco roto las enseñanzas de nuestra historia reciente.
Más vale tarde que nunca. Estamos a tiempo de enmendar las cosas para que nuestros hijos no vivan las crisis que tuvimos una tras otra el siglo pasado y que amargamente nos tocó pagar a todos.
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