Moisés Matamoros es hermano lasallista, directivo del Colegio Simón Bolívar e integrante de la Alianza Educativa. Es maestro en Administración Educativa y doctor honoris causa en Educación y en Liderazgo Educativo.
Maestro – de la raíz latina “magister”- bien nos dice que nos dedicamos al Magisterio, el arte no solo de enseñar sino de lograr que alguien más aprenda. Porque si centramos esta hermosa vocación en uno mismo (enseñanza) olvidamos la razón de nuestra misión, que es asegurar que quien está a nuestro cuidado aprenda.
Ser maestro en el mundo es y será la profesión que más confronte y rete a la sociedad. No es solo un tema de cobertura, donde nadie esté exento de recorrer la vida escolar. Se trata de un tema de impacto de vida. El maestro hace pensar, preguntarse, responderse, quedar inquieto, inconforme, con hambre de sapiencia, sed de infinito.
Las heridas del ser humano pueden ser curadas si aprendemos a ser prójimos entre nosotros. Ese aprendizaje hoy lo podemos retomar como “convivencia”, que no es otra cosa que saber vivir con el otro: aceptarlo, comprenderlo, asumirlo, incluso perdonarlo con misericordia y compasión.
No podemos decirnos personas ‘educadas’ si nos dedicamos a destruirnos por nuestras diferencias, o peor aún, no podemos decirnos ‘educadores’ si enseñamos a otros a destruir por ser o pensar diferente.
El reto educativo consiste en proporcionar al mundo personas con capacidad de análisis, de crítica, de juicio, pero acompañadas de creatividad, innovación y esperanza.
La vocación de enseñar nace del corazón de Jesús, a quien todos llamaban “Maestro”. Y qué mejor pedagogía que la de Cristo, que nos enseñó el tesoro más grande de la humanidad: amar, es decir, dar la vida por el otro, aún a pesar del otro.
En la didáctica de Jesús encontramos las formas de lograr que la Educación sea el eje vertebral de cualquier quehacer. Dicho en sus propias palabras: ‘aprendan de mí, que soy manso y humilde de Corazón’ (Mt 11,29).
Seguirán emergiendo grandes profetas de la Educación, pues cada maestro es un profeta frente a sus discípulos. Pero nuestra gran enciclopedia, nuestro modelo, nuestro referente, es el Evangelio de Jesús, cuya palabra viva recorre cada rincón, cada fibra, cada neurona.
Valiosa es la tarea de nuestros maestros de Preescolar, que nos enseñan lo elemental de la vida y nos alientan a nunca perder la visión de la inocencia. También lo son los maestros de primaria, que nos comunican los conocimientos básicos y conviven 6 años de nuestro desarrollo con nosotros.
Nuestros maestros de secundaria merecen enorme gratitud al trabajar con nuestra adolescencia tan llena de cambios. De nuestros maestros de Bachillerato, guardamos el enorme gusto de prepararnos para el ultimo reto. Y a nuestros maestros universitarios, nuestro reconocimiento por su profesionalismo en formar jóvenes capaces de formar una familia, con un trabajo digno.
Todo está concatenado, no se podría enlazar una sin la otra. Igual de importante cada una y ninguna opaca a otra. Por eso cuando hablamos de maestros, el umbral se extiende a nuestros primeros años de vida, hasta lo más reciente.
A nuestros queridos maestros les vendría bien escuchar testimonios que nos animen a continuar; a redescubrir día a día la razón de nuestro encuentro con los alumnos. Todos necesitamos de ese impulso. Por eso siempre, en todo lugar y momento, que sea Jesús Maestro quien nos inspire, fortalezca, guíe, oriente, sostenga para continuar procurando la construcción de personas de bien en estos espacios privilegiados de convivencia, formación y por supuesto, educación llamado escuela.
¡Feliz día maestro! Dios siga inspirando tu misión.
* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com