El bien personal habla de una comunión con el bien global, haciendo a ambos un bien supremo si ese es el objetivo.
La calidad de un hombre no se mide en la calidad de su actuación, sino en la autenticidad de su vida. Pero ¿qué es autenticidad? ¿Cómo la puedo conocer cuando sólo me adapto a gustos ajenos? ¿Por qué actuamos? La verdad está en el miedo a la soledad, pero el amor a la compañía resulta más dañino cuando se pierde el sentido de tu personalidad.
Uno puede tener muchas opiniones de quién es, pero la oscuridad resulta la mejor amiga cuando se trata de saber quién eres, pues en la ceguera de la noche no hay ojos atentos a tus acciones, ni siquiera los tuyos… pero tú sabes qué haces, y sólo tú eres consciente de lo que la noche revela de ti.
Y en ese mismo manto plata con negro que cubre ojos ajenos descubrirás si eres espectador que asiente a lo más cercano, o un actor que le gusta ir más allá de la primera pregunta y se descubre en el mundo de los “¿por qué?” donde sólo dos respuestas son inaceptables una vez planteada esa interrogante.
“Porque sí” sólo refleja la inseguridad del espectador, llevándolo a una manía carente de razones y, por ende, de actividad sin sentido… sin un camino. Y “no sé” habla de un espectador que, desesperado de las razones, evade la responsabilidad de sus actos con una excusa de incertidumbre. A fin de cuentas, ambas respuestas son lo mismo.
Si encuentras respuestas en busca de un bien personal, y no común ni global, entonces debes reconsiderar: ¿Acaso eso es lo mejor para ti? Pues el bien no se mide con dinero, ni ninguna medida habida y por haber. El bien personal habla de una comunión con el bien global, haciendo a ambos un bien supremo si ese es el objetivo.
En otras palabras, el bien personal, independientemente del corto plazo, es el mismo que el bien supremo a largo plazo, porque mientras mejor esté la sociedad, mejor podrás estar tú, lector, como persona integral.
En cambio, si piensas que no lo vales y que sólo importa el bien global, sin importar tu propio bien, estás cayendo en un desequilibrio racional, porque en la medida en la que estés como persona, podrás ayudar de mejor manera a todos los demás. Así que, una vez más, terminan siendo dos lados de una misma moneda.
El verdadero bien personal, el verdadero bien global y el verdadero bien supremo son, a fin de cuentas, lo mismo; sólo los diferencia la perspectiva de prioridades. Y aunque esto está un poco alejado del tema de “quién eres”, sigue siendo importante para que consideres una nueva perspectiva para descubrir que dentro de tu egoísmo puede haber generosidad y dentro de tu generosidad excesiva puede haber amor propio para ejercerla.
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