En varias ocasiones el presidente López Obrador anunció que no iba a ser Marcelo Ebrard su candidato a la presidencia, cuando señalaba que él no iba a cometer el error del general Lázaro Cárdenas, que en lugar de elegir al general radical Francisco Múgica, que era el más afín a su proyecto de izquierda, eligió al general Ávila Camacho, el más moderado. Ebrard, el más moderado, no sería el candidato de Morena.
Como en este espacio lo advertimos, el presidente dio la señal desde hace tiempo y echó a andar la maquinaria para elegir a su candidata predilecta. Lo que es sorprendente, es que, Marcelo Ebrard conociendo este mensaje, y con su experiencia política, jugara en un juego perdido. Incluso ahora sigue jugando sin atreverse a confrontar al tigre.
Y este suceso nos deja varias lecciones de política. Esa política que es como un tigre, que cuando te excedes te mata y cuando no lo domas también.
No basta saber mucho.
No basta conocer y estar super preparado, con una mente brillante. Se requiere el coraje, el carácter, que nace del corazón, para superar los desafíos y los obstáculos que, en este caso, estaban muy claros.
Una nave con toda la tecnología abordo, no funciona sin el combustible que da la pasión de perseguir las metas, y tomar decisiones para superar el miedo. Marcelo, hasta el final siguió culpando a todos, menos al presidente, de que los dados estaban cargados. Aquí se percibe, se asoma la falta de fuerza; y sin ella no se avanzará con un presidente como López Obrador que huele el temor de sus presas.
El juego sigue.
Como dice el Eclesiastés, hay un tiempo para todo: “Tiempo para esparcir piedras y tiempo para recogerlas, tiempo para abrazarse y tiempo para apartarse… tiempo para la guerra y tiempo para la paz. Y si ahora a Marcelo ya no le alcanza para llegar a la presidencia, intentará seguir jugando, y para ello tiene algún capital político que estará a prueba; y son los diputados y senadores que se la jugaron con él, y que ocupan posiciones de decisión, pero que también se le pueden ir. Veremos que hace con ellos o si solo decide marcharse hacia Movimiento Ciudadano, en una jugada muy cantada y por lo tanto ya con escaza credibilidad para los electores.
Seguridad para Momentos de incertidumbre
El votante no solo quiere escuchar de sus líderes, los temas que le importan; también desea que tengan el arrojo que les transmita la seguridad que el futuro común estará estable. Por eso los liderazgos disruptivos, definidos y con una rotunda confianza en sí mismos, están ganando terreno en momentos de gran incertidumbre.
La actitud de Marcelo Ebrard deja esa estela de lecciones prácticas del poder y su ejercicio. Y una más es, que estas cuestiones de la personalidad no se corrigen con marketing político. El jugador es el que mete los goles, no sus entrenadores y mucho menos sus asesores.
“Cuando se pierde la riqueza, no se pierde nada;
cuando se pierde la salud, algo se pierde; cuando se pierde el carácter, todo está perdido.”
Billy Graham
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