Las encuestas no han revelado ningún avance de Meade tras el relanzamiento de su campaña y el cambio de líder del PRI.
Los presidenciables llegarán al segundo debate con actitudes diferentes: López preferiría que no hubiera debates, para no exponer su liderazgo en las encuestas y es renuente a tales ejercicios, Anaya va a acortar su distancia respecto del puntero, consciente de que si no lo logra, ya puede despedirse del triunfo.
A Meade le urge salir del tercer lugar, pero es casi imposible si no se desliga de Peña Nieto por todo su desprestigio de corrupción, impunidad e incapacidad para enfrentar los problemas del país.
Margarita desea que su campaña no sea sólo testimonial, mas la persigue el fardo del gobierno de su esposo y estratega mayor, el expresidente Calderón.
El Bronco fustigará al Peje, para eso le regalaron la candidatura y no lo sancionaron por sus delitos electorales en la recolección de firmas, igual que al Jaguar y Margarita.
Las normas que dictó el INE para el debate de Tijuana el próximo domingo dicen que ellos deben cumplir mínimas reglas de urbanidad, como saludar y despedirse entre sí, y al final no salirse por la puerta trasera para ocultar su disgusto.
Andrés Manuel volverá a ser el blanco de los ataques, por ser puntero, aunque grite después que le echaron montón y desataron una guerra sucia contra él, porque le tirarán a derribarlo para que no se descuelgue en la recta final de la campaña hacia el triunfo ineludible, que él y sus fans ya presumen.
Hay quienes no dan validez a las encuestas; dicen que de suyo son parciales pues sólo abarcan un espectro social reducido, que incluso escogen de antemano para lograr un determinado resultado.
Además se duda de la imparcialidad con que se escogen y manejan los datos, cómo se computan los “no contestó”, que a veces revuelven con los indecisos, muchos de los cuales no son tales, y simplemente se niegan a decir por quién votarán por motivos que se reservan.
Además hay encuestas que se hacen al gusto del cliente, las “cuchareadas”, término acuñado por AMLO, que quizá lo hace efectivo muy a menudo.
También hay encuestas fantasmas, como las que utiliza AMLO para imponer a sus predilectos. Como ocurrió con Claudia Sheinbaum contra Ricardo Monreal, que se creía con más méritos para ser candidato a jefe de gobierno de la CDMX, lo favorecían los sondeos y mil veces le reclamó al Peje que mostrara el que dijo había mandado hacer.
Sea lo que fuere, el hecho es que dichos sondeos influyen en muchos ciudadanos para inclinar sus preferencias.
Ese poner en tela de duda el ejercicio demoscópico lleva a concluir que se exagera la distancia del primero al segundo lugar entre los presidenciables, pero los fans del Peje ya lo ven despachando en Los Pinos.
Para su desgracia, las encuestas no han revelado ningún avance de Meade tras el relanzamiento de su campaña y el cambio de líder del PRI, aunque Juárez Cisneros recorre el país en operación cicatriz entre los grupos priistas disidentes.
Faltó cambiar también a sus estrategas principales, tecnócratas y faltos de callo político; mas el alto mando Peña-Videgaray no quiso, ni J. Antonio ha marcado distancia del Presidente, para lo que podría emplear expresiones firmes y condenatorias.
Si la corrupción de este sexenio se desbordó, porque los priistas quisieron recuperar lo que no robaron en los dos sexenios panistas anteriores; no basta con que Meade presuma de honesto, sino debería afirmar que está contra los corruptos y que no los tolerará en su gobierno.
O usar expresiones por el estilo y anatematizar a los bellacos, sin personalizar.
Pero también debe ayudarlo el gobierno: perjudicó su causa que la PGR perdonara a César Duarte Jaquez, exgobernador de Chihuahua, todas sus infracciones federales: lavado de dinero, delito bancario y defraudación fiscal.
Igual que mandara a Rosario Robles a declarar a los medios que carece de culpa en la “Estafa Maestra”, y que la Secretaría de la Función Pública la exculpó totalmente. Burda burla para la indignada inteligencia de los mexicanos, que puede incluso revertírsele a Meade, pues en buena parte el peculado se consumó en Sedesol, donde él sucedió a Rosario.
En cuanto al Peje, hay racimos de mentiras y contradicciones que reclamarle: anulará o no la reforma educativa; igual sobre la energética; concesionará la construcción del nuevo aeropuerto sin exigir tajada bajo cuerda; está o no contra los empresarios e inversionistas y muchos temas más.
Es muy “juilón”, dicen en mi pueblo: o sea la saca a comprometerse. Por eso no atiende algunas invitaciones, como la del Consejo de BBVA-Bancomer, la del Foro 10XEducación. También dijo que él nombrará directamente a los fiscales general y anticorrupción y respondió a Mexicanos Primero que respetaría la reforma educativa, y dos días después prometió a la CNTE en Oaxaca, que la anularía.
Por intransigencia o para alegrar a sus seguidores, AMLO se ha peleado con grupos importantes de mexicanos, como sucedió con los empresarios, y después manda invitarlos a reunirse para limar asperezas.
Hace días su asesor económico Alejandro Esquivel buscó al presidente de Cinépolis y del Consejo Mexicano de Negocios, Alejandro Ramírez, a cuyos miembros fustigó acremente y llamó minoría rapaz, que “no quieren dejar de robar”.
El Peje negó que hubiera enviado a Esquivel de cabildero, cuando en Morena no se mueve sin su permiso ni la hoja de un árbol. Pero quiso demostrar que él no pide perdón.
Ambiguedades, rechazar invitaciones, arremeter contra sectores y contradecirse de continuo, entre otras cosas, no son cualidades recomendables para quien ya se siente presidente de México.
@chavafloresll
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