En la política aplica el famoso dicho “si no puedes contra ellos, úneteles” así pasa con Manuel Espino Barrientos y José Murat Casab, entre otros.
Por fin, Manuel Espino Barrientos consiguió chamba de secretario del ayuntamiento de Naucalpan, Edomex, con la alcaldesa Patricia Durán Reveles, miembro de una familia de políticos panistas, de los que el más destacado fue José Luis, exitoso expresidente municipal de 2006 a 2009.
Expulsado del PAN, del que fue líder nacional (de 2002 a 2005) el duranguense Espino fundó el movimiento Volver a Empezar, supuestamente con miles de miembros, le ofreció respaldo a J. Antonio Meade, candidato presidencial del PRI; rechazado, se unió a AMLO, quien lo presentó como gran conquista en su campaña en Mérida, junto con otro exjefe panista Germán Martínez Cázares.
Andrés invitó a Germán, tiempo después de su renuncia al PAN y lo nombró director general del IMSS (con proyección a ser gobernador de Michoacán en 2021); mientras Espino fue acomodado con calzador en Naucalpan, cuya alcaldía ganó Patricia Durán postulada por Morena.
Caso clásico de quienes se ofrecen aquí y acullá en busca de chamba, como meretrices que, más que por amor, se casan por interés económico, por subir de rango social o lograr cargo político.
Políticos de esa laya hay muchos.
José Nelson Murat Casab, exgobernador de Oaxaca, ha tenido numerosos cargos políticos: líder campesino, cuatro veces diputado federal, una senador e inexplicablemente director de la Fundación Colosio, continuación del IEPES, encargada de análisis y estudios de las campañas presidenciales priistas, pues no se distingue precisamente como ideólogo.
Cuando le pidieron renunciar a la fundación en 2017, lo condicionó a ser el líder de la CNOP, de donde pretendía brincar al liderato nacional del PRI para dirigir la campaña presidencial.
Le vendió muy cara la iniciativa del Pacto por México al presidente electo Peña Nieto en 2012, junto con el líder de los Chuchos del PRD, Jesús Ortega.
Si dicen que la mano de Obregón salió más cara que la pierna de Santa Anna, los Chuchos y Murat le costaron mucho más a Peña; incluso él logró hacer gobernador de Oaxaca para su hijo Alejandro, inhabilitado según la Constitución Federal, pues nació y vivió en el Edomex, de donde era notario público cuando le cayó la gubernatura.
Ahora Alejandro, fiel a la costumbre paterna, se le ha acomodado al presidente López Obrador, a quien ofreció una comida con las fuerzas vivas en reciente visita a Oaxaca.
Murat ha andado en muchas aventuras: no le gusta que le recuerden que fue el encargado del mitin de Lomas Taurinas en que asesinaron a Colosio.
Otro maromero político es quien lo sucedió en el gobierno de Oaxaca, Ulises Ruíz, el malabarista electoral predilecto de Roberto Madrazo, como líder del PRI, quien le pagó sus servicios con la gubernatura.
Como mapache electoral actuó con el hidalguense José Guadarrama, que buscó la gubernatura de su estado por el PRI, PRD y Morena, pero nunca la pegó; en cambio fue campeón de fraudes electorales en campañas priistas, como en 1990 en Michoacán, cuando con Ulises, le dieron vuelta a la inminente derrota y el tricolor barrió al PRD (que estaba muy fuerte a la sombra de Cuauhtémoc Cárdenas) en gran parte de los municipios.
Guadarrama fracasó como secretario de Acción Electoral del CEN del PRI en la campaña de Francisco Labastida, y jamás rindió cuentas de los fondos que manejó.
Heladio Ramírez, desde muy joven líder mixteco del PRI, que los hizo diputado federal, 3 veces senador, líder nacional de la CNC, gobernador, jefe del fideicomiso de Puerto Vallarta y del de Acapulco; fue el real fundador de la CNTE, pues como gobernador hizo muchas concesiones a los profes disidentes, so pretexto de que no abandonaron las clases.
Quizá eso acercó a su hijo mayor, Luis Antonio Ramírez, a López Obrador, quien lo nombró director general de ISSSTE, tras desempeñarse como su secretario de finanzas con Peña Nieto.
No puede hablarse de integridad priista de Heladio y familia, tras de que gozó de las confianzas del expresidente Echeverría (LEA), como miembro del grupo de Augusto Gómez Villanueva, quien hasta soñó con suceder a LEA.
Como se ve, de todo hay en la viña política, y entre los mismos morenistas hay una serie de maromeros.
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