Sin lugar a duda una sociedad que reconoce y respeta la valía de la mujer ofrece un futuro próspero y de paz a la humanidad.
En la última década hablar del empoderamiento de la mujer está de moda, tanto que el término ha sido acogido equivocadamente como sinónimo de mujer valiosa y valiente, cuando en realidad se trata de una estrategia feminista radical para implementar la ideología de género.
Sin lugar a duda una sociedad que reconoce y respeta la valía de la mujer ofrece un futuro próspero y de paz a la humanidad. Por eso es importante diferenciar una mujer valiente que se supera a sí misma y sus obstáculos, de aquellas envalentonadas que de manera irracional y revanchista buscan el poder por encima del otro llamado varón.
Empoderar a la mujer es un término que feministas agrupadas en la Red de Dawn-Mudar (Alternativas de Desarrollo con Mujeres para una Nueva Era) lo acogen en 1985 durante la II Conferencia Mundial de Nairobi para referirse al “proceso por el cual las mujeres acceden al control de los recursos (materiales y simbólicos) y refuerzan sus capacidades y protagonismo en todos los ámbitos”.
Se trata de un término que presupone genéricamente aceptar como verdad cuatro grandes mentiras, sin las cuales no se podría sostener la ideología de género:
A) Que la mujer es oprimida por el hombre.
B) Que el sexo debe subordinarse al género, (es decir la naturaleza a la cultura).
C) Que la valía de la mujer no es personal, sino respecto al hombre (competencia).
D) Que hombre y mujer son iguales. (Pero no se trata de la igualdad ontológica en dignidad y capacidades, sino de desdibujar al hombre y la mujer a tal grado que quede al final sólo una persona gender).
Sin embargo, estas mentiras por sí solas no podrían hacer que la mujer se revele o envalentone, de aquí que en 1995 durante la IV Conferencia Mundial de la Mujer en Beijing se contemplará como estrategia prioritaria por la ONU (Organización de las Naciones Unidas) a través, incluso, de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Así es como comienza el discurso de victimizar a la mujer, haciéndola sentir atacada por el hombre, los roles naturales y las instituciones que le recuerdan su escénica y misión que culturalmente no acepta.
Para empoderar a la mujer debe pasar de ese proceso de victimización individual al de transformación colectiva, es decir, al ámbito político, donde se sientan tan fuertes que sean capaz de destruir monumentos, pintarrajean templos, tomen instalaciones gubernamentales, a fin de exigir de manera vandálica.
La legalización del aborto gratuito y nuevos modelos de familia, el reconocimiento de parejas homosexuales como matrimonio, el pago de operaciones trans y tratamientos hormonales,
El empoderamiento no es un grito de justicia, es una postura de competencia y rivalidad por una igualdad radical inexistente con el hombre que lleva a la mujer alejarse de su plenitud, sumiéndola en un autoengaño que la destruye.
Mujer empoderada no, libre y plena si, reconociéndote privilegiada por serlo y valiente para defenderlo.
¡Feliz mes de la mujer!
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