El Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer (25N) se conmemora desde el 25 de noviembre de 1999, cuando así lo estableció la Asamblea General de las Naciones Unidas. Cabe decir que en Latinoamérica ya se conmemoraba desde 1981 en memoria de las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, quienes fueron asesinadas el 25 de noviembre de 1960 por orden del dictador Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana.
En lo personal, impulsar la eliminación de cualquier tipo de violencia hacia las mujeres, desde el momento de su concepción hasta su muerte natural, es muy loable, pues sin duda es una buena forma de promover el respeto a la dignidad de la persona humana.
Pero, lamentablemente este impulso pareciera que para muchos no pasa de ser más que un festejo y no un compromiso real de todas las partes, hombres, mujeres, gobiernos y sociedad civil.
Me pareció sumamente absurdo escuchar a varias gobernadoras de las entidades federativas gobernadas por Morena afirmar en sus discursos del día 25 de noviembre, que reiteran su compromiso de seguir realizando acciones que permitan la vigencia de las alertas de género que pesan sobre sus estados.
Definitivamente, en estos días o dejan aflorar su ignorancia o de plano su falso o exacerbado feminismo les hace decir cosas absurdas.
La alerta de género es un mecanismo de protección de los derechos humanos de las mujeres, y se establece en el artículo 22 de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (CONAVIM) es la encargada de realizar las declaratorias de alerta de género una vez habiendo hecho una revisión del cumplimiento de los gobiernos locales en sus obligaciones en la materia. Esta se emite cuando se violan los derechos humanos de las mujeres en un territorio determinado, como la seguridad, la integridad o la vida.
Contar con una alerta de género vigente es señal de un mal gobierno, significa que cuando se analiza la realidad de ese lugar, los gobiernos responsables están fallando en la protección de los derechos humanos de las mujeres. Un gobierno responsable no necesita que otra entidad gubernamental le diga que lo está haciendo mal y le imponga acciones para “corregirle la plana”, sino que desde su autonomía gubernamental realiza todo aquello que debe hacer para cumplir con su obligación.
Ningún gobernante debe sentirse orgulloso de contar con una alerta de género, al contrario, debería darle vergüenza y tratar de cumplir con todo en lo que está fallando para que termine la alerta.
Por otro lado, durante las diversas marchas 25N pudimos ver como algunas manifestantes se expresaron “contra el patriarcado” reafirmando su absurda lucha de sexos, se escucharon expresiones como “arriba el feminismo que va a vencer”, otras exigieron “aborto legal hasta los 9 meses de gestación” olvidando que el 50% de los niños por nacer son mujeres, en la Ciudad de México un grupo de encapuchadas realizaron pintas sobre el equipamiento urbano y agredieron a las oficiales de policía dejando a un lado que también son mujeres. Pasando a segundo término la lucha por la erradicación de la violencia a las mujeres.
Todo esto nos muestra que para muchos y lamentablemente también muchas, la verdadera estrategia del 25N no es visibilizar la violencia hacia las mujeres para tratar de abatirla, sino dejar salir acciones extremas y con ello sentirse vistas ellas.
Hay que reconocer que muchas otras mujeres sí expresaron su lucha por políticas públicas para abatir la violencia, y contra el feminicidio, otras exigieron con justicia la localización de las mujeres desaparecidas, dando sentido a las luchas del 25N.
Yo opino, los extremos del machismo definitivamente son malos para la vida social, pero tanto como también lo es el feminismo. Lo ideal es que como seres humanos responsables sepamos convivir con nuestros defectos y virtudes, pero tratando todos y todas, como sociedad de superarnos. El respeto a la dignidad de la persona humana y la búsqueda del bien común presuponen dejar a un lado estos “ismos” para una verdadera convivencia.
Entender esto nos permitirá dejar a un lado estas luchas innecesarias dando paso a las verdaderas exigencias sociales, pues al fin de cuentas abatir la violencia hacia mujeres y hombres es lo importante, ahí está la igualdad.
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