Los retos de Claudia

México inicia otra etapa de su vida política, con la toma de posesión de la primera mujer en la presidencia de la República, y ese sólo hecho, deja una marca en la historia del país. Desde el primero de octubre, estará a la vista de todos su estilo personal de gobernar, a pesar de que hasta ahora sólo se ha dedicado a repetir lo que le marcara Andrés Manuel López Obrador, situación que la ha desdibujado, ya que la frenética actividad de AMLO hasta el último segundo de su periodo, no nos permitió conocer a Claudia, con sus ideas, su proyecto y su forma de ejercer el poder.

Pero ahora ya en el gobierno, hay tres retos que deberá enfrentar la presidenta Claudia Sheinbaum:

El primero será el factor económico. Claudia enfrentará en el corto plazo un enfriamiento de la economía, como suele suceder cada 6 años, no importa que haya ganado el mismo partido, siempre hay ajustes en el equipo, y pausas en los actores económicos que provocan que los dos primeros trimestres de la economía pierdan fuerza. Pero además, esto es más profundo ahora, ya que la economía mexicana ya empezaba a debilitarse desde que arrancó este año, como lo registra el INEGI y lo prevé el Banco de México; es decir, la debilidad se ha manifestado incluso antes del cambio de gobierno.

Sorprendentemente, el segundo trimestre de este año marcaba ya un declive de la economía, el crecimiento en la actividad económica mexicana, de abril a junio pasado, apenas alcanzó 0,2 por ciento, respecto al trimestre anterior. La perspectiva es complicada, ya que la presidenta recibirá menos recursos que los que tuvo hace seis años López Obrador, quien prácticamente agotó los ahorros y fondos de distintas bolsas que dejaron los gobiernos anteriores. Peor aún, el Gobierno gasta mucho más de lo que recibe, ya que los requerimientos de deuda del sector público se incrementaron en más de 60 por ciento, ahora arrastramos un déficit de mil 43 billones de pesos. Por lo que Claudia tendrá que hacer malabares en el primer semestre de su gobierno, con esta bomba de tiempo.

El segundo reto es el de la seguridad. La política de “abrazos, no balazos” ha sido un rotundo fracaso, existen territorios donde el uso de la fuerza no la ejercen las fuerzas del Estado, sino organizaciones criminales locales que se han apoderado de las actividades económicas en regiones completas como ahora se ve en Chiapas, Guerrero, Michoacán, y por supuesto Sinaloa, donde la vida cotidiana de los ciudadanos se ha alterado a niveles insoportables. Este factor es muy relevante porque impacta la marcha de la economía y la inversión, pero también a la política, donde está claro que dichas actividades criminales no serían posibles si no fuera por la complicidad de los políticos locales y las dependencias de Gobierno.

Además, en el último trimestre de 2024 varios jefes del crimen organizado estarán “cantando” en las cortes de Estados Unidos, y eso sacudirá a la política nacional a niveles inimaginables; pero también que existe el incentivo que da el periodo de las elecciones a la presidencia en Estados Unidos, donde Kamala Harris y Donald Trump, compiten en prometer poner freno a las actividades ilegales de los grupos criminales de México. Hay varias señales que no se están atendiendo en este lado de la frontera, si uno ve las portadas de los diarios del mundo, en los últimos meses, podrá ver el grave daño a la imagen de México y el de su gobierno, causado por la política de abrazos no balazos.

El tercer reto que enfrentará Claudia Sheinbaum es el político. Por lo menos la primera mitad de su gobierno será un campo de batalla, una medición de fuerzas entre los grupos radicales de Morena y su proyecto transexenal, donde el hijo del presidente buscará cuidar el legado de su padre y construir su camino a la presidencia; mientras Claudia intenta imponer su propio proyecto y su propia visión de país, cuestión que por ahora parece remota por la cantidad de candados que le pusieron en los distintos espacios de poder. 

Sólo un factor externo, una crisis económica o de seguridad, o una combinación de estos factores, podría ser aprovechado por Claudia para imponer su propio toque y sacudirse así los candados que le han impuesto. O, por el contrario, sólo se dedique a radicalizar el proyecto que le han encargado y seguir las instrucciones que reciba desde algún “teléfono rojo”. Lo que sería una gran paradoja para el feminismo: tener una mujer en la presidencia, sí, pero bajo las órdenes del patriarcado; sirviendo a una dinastía que buscará llegar hasta el 2036, con más fuerza, y doblando a cualquier oposición que se le enfrente.

Es difícil liberar a los necios de las cadenas que veneran.

Voltaire

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