Los paralelismos entre los nazis y los aztecas planteados por José Antonio Sánchez, responsable de la televisión pública española (RTVE), han causado honda polémica. Sumado a la afirmación de que España habría llevado a cabo una obra Evangelizadora que es digna de elogiarse en el territorio de lo que actualmente es la República Mexicana.
El punto a polemizar es la cuestión de la Evangelización. El español del siglo XVI estaba convencido de que la religión católica era la única verdadera. De este modo, los judíos junto con los musulmanes eran infieles y el recién protestantismo de Martín Lutero era una herejía.
La religión azteca, con sus sacrificios humanos, sumado a la abundante presencia de la serpiente en sus representaciones, daban lugar a la interpretación por parte de los españoles que tal religión podría ser satánica.
Tómese en cuenta la distinta valoración de la serpiente por parte de los aztecas y por parte de los españoles. Para los primeros, la serpiente era principalmente signo de fertilidad, o bien, algunas veces hacía referencia al Mictlan o mundo de los muertos que no es el infierno cristiano. Para los segundos, la serpiente era el símbolo del mal, satanás, enemigo del género humano que busca apartar al ser humano de Dios. La mentalidad española del siglo XVI consideraba urgente la evangelización para salvar almas indígenas de las garras de satanás.
El tema de la obra evangelizadora ofrece una perspectiva diferente para la mentalidad católica, o dicho en términos de lo políticamente correcto, mentalidad conservadora, y una perspectiva liberal con base a la idea de una sociedad laica.
Para la mentalidad católica, la obra Evangelizadora, así con e mayúscula, es algo positivo que España llevó cabo en lo que actualmente es México. Sin embargo, para esta mentalidad habrían preguntas que actualmente tienen gran importancia en el aspecto religioso, como son las siguientes:
¿Podemos seguir considerando como válida la proposición de que la religión católica es la religión verdadera? En caso afirmativo, ¿cómo quedan valoradas las demás religiones? ¿Efectivamente las religiones del mundo mesoamericano eran satánicas o más bien expresiones de la dimensión religiosa humana que asumieron caminos distintos al catolicismo? ¿Los sacrificios humanos pueden considerarse una auténtica expresión religiosa de la dimensión trascendente del ser humano?…
Como puede advertir el amable lector, cada pregunta constituye un tema a desarrollar ampliamente por parte de la filosofía de la religión y por parte de la teología de las religiones, lo cual excede en mucho a lo pretendido en este artículo.
Para la mentalidad liberal, la obra evangelizadora, así con e minúscula, asume como presupuesto que no existe una religión verdadera. Todas las religiones son iguales, en donde cada una puede desarrollarse por caminos nobles o bien por caminos innobles. La obra evangelizadora de España en tierras ahora mexicanas representaría la sustitución de una religión por otra en razón de una conquista militar y política.
El punto controversial que interesaría tanto a la mentalidad católica como a la mentalidad liberal es si la obra evangelizadora fue una imposición injusta para los indígenas. Tal punto implica un estudio a conciencia. Por nuestra parte comentaremos algunos elementos.
En tal controversia no debe perderse de vista que estamos en el siglo XVI en donde la proposición: “cuius regio, eius religio” [según la religión del rey, así es la religión de su reino], cuyo significado remite a la idea de que la religión del rey debe ser la religión de sus súbditos, está muy en boga. Con la aparición de las confesiones cristianas protestantes, la validez de la anterior proposición se cuestionará, ya que se dará lugar a las famosas guerras de religión en Europa durante los siglos XVI y XVII. Un príncipe católico no estaría dispuesto a gobernar a súbditos herejes que se habrían convertido al cristianismo protestante.
Para el siglo XVIII, el pensamiento ilustrado propondrá como solución a tales guerras de religión el denominado gobierno laico no confesional, asumiendo como supuesto que no existe religión alguna verdadera y que cada individuo es libre de practicar un determinado culto o de no practicar religión alguna. Solución práctica para acabar con las guerras por motivos religiosos, pero que implicó en su solución una postura relativista con respecto al tema religioso, que tendrá como una de sus consecuencias para los siglos XIX y XX el llamado indiferentismo religioso traducido en un ateísmo práctico.
Sería un anacronismo evaluar la obra evangelizadora de España bajo criterios ilustrados del siglo XVIII. Sin embargo, queda en pie la problemática de la imposición por la fuerza de la religión católica a los indígenas. Lo cual seguiremos tratando en la cuarta parte de este artículo.
CONTINUARÁ…
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