Los paralelismos entre los nazis y los aztecas planteados por José Antonio Sánchez, responsable de la televisión pública española (RTVE), han causado honda polémica. Sumado a la afirmación de que España habría llevado a cabo una obra Civilizadora digna de elogiarse en el territorio de lo que actualmente es la República Mexicana.
El quid de la cuestión que motiva el presente escrito es preguntarse si los aztecas habían desarrollado una civilización, pues en caso negativo, entonces se debería agradecer a los españoles una gran labor cultural para civilizar, no sólo a los aztecas, sino a los indígenas sometidos a ellos, quienes habrían vivido, todos, como auténticos salvajes.
Esta situación del salvajismo de los indígenas y, por ende, incivilizados, habría sido ya planteada en aquel siglo XVI, cuando se presentó la polémica de si los habitantes del Nuevo Mundo eran seres racionales o no. Algunos pensadores, argumentando el estado salvaje de los indígenas, deducían que en ellos no podría haber un alma racional (logos), y en consecuencia, deberían de ser esclavos de los españoles. El núcleo de tal argumentación asumía como premisa que los aztecas eran salvajes y prueba de ello eran los sacrificios humanos.
Nótese que actualmente cuando se dice que los españoles civilizaron a los aztecas, muchas veces se da por supuesto un estado salvaje por parte de los indígenas del cual los españoles han solventado con una obra civilizadora sacándolos de dicho estado primitivo.
Por otra parte, en ese mismo siglo XVI el teólogo de la Universidad de Salamanca, Francisco de Vitoria, participa de la polémica escribiendo: “Se prueba. Porque en realidad no son dementes (los indígenas no son salvajes), sino que a su modo ejercen el uso de la razón. Ello es manifiesto, porque tienen establecidas sus cosas con cierto orden. Tienen, en efecto, ciudades, que requieren orden, y tienen instituidos matrimonios, magistrados, señores, leyes, artesanos, mercados, todo lo cual requiere el uso de la razón. Además, tienen también una especie de religión, y no yerran tampoco en las cosas que para los demás son evidentes, lo que es un indicio de uso de razón”. [Relecciones. Del Estado, de los indios y del derecho de la guerra. Porrúa. México (1985). pp. 35-36]
Francisco de Vitoria señala que los indígenas (aztecas incluidos) a su modo ejercen el uso de la razón (en ellos existe logos), es decir, que poseen alma racional, y por ello, a su modo, han hecho una civilización. Incluso, Vitoria irónicamente llega a escribir: “Por lo que creo que el que nos parezcan tan idiotas y romos (refiriéndose a los indígenas) proviene en su mayor parte de la mala y bárbara educación, pues tampoco entre nosotros (refiriéndose a los mismos españoles) escasean rústicos poco desemejantes de los animales”. Vitoria reconoce que los indígenas fueron capaces de hacer una civilización a su modo.
Es interesante resaltar que desde las premisas de Vitoria se puede obtener la conclusión de que la civilización, como obra humana de seres con alma racional, o sea, con logos, se realiza de modo analógico según las condiciones de cada comunidad humana. En este sentido, habría un conjunto de civilizaciones indígenas con un modo de ser distinto a la civilización hispana. Lógicamente, Vitoria está de acuerdo que la presencia española contribuirá a eliminar aquellos aspectos negativos de la civilización azteca, como son los sacrificios humanos.
La civilización azteca sucumbió en una guerra contra los españoles, y de ahí que los otros indígenas (incluidos aquellos que ayudaron a los españoles, como los totonacos y los tlaxcaltecas) terminaron siendo súbditos de la Corona Española. Esto fue el inicio y la dinámica de otra civilización: la novohispana. He aquí las dos raíces del México actual, la raíz novohispana con su civilización, y la multiplicidad indígena con sus tipos de civilizaciones, en donde la azteca era la que predominaba a la llegada de los españoles.
Los aztecas desarrollaron una civilización en donde los sacrificios humanos, como un elemento que hoy podemos considerar negativo, jugaban un papel importante desde un punto de vista religioso y político, principalmente en razón de someter a los otros indígenas para asegurar así el pago de los tributos. De ahí la grandeza que alcanzó Tenochtitlán. Pero la gran diferencia con los nazis es que el Führer del Tercer Reich buscaba eliminar a seres humanos a modo de exterminación étnica a favor de la mítica raza aria.
Así como los indígenas sometidos por los aztecas tenían que pagar grandes tributos (así como nosotros en el México actual pagamos grandes impuestos a favor de altos sueldos de diputados y senadores, que ofenden a la dignidad humana, tomando en cuenta lo que percibe de salario la mayoría de los mexicanos), los indígenas que vivieron en la civilización de la Nueva España, en muchos casos, padecieron condiciones de práctica esclavitud, a pesar de las bondades que podrían tener las Leyes de las Indias.
Esto último refleja la dualidad entre la legalidad de lo formal y lo material de la vivencia cotidiana. Un legado de la civilización novohispana, que tuvo la buena intención de aplicar prudencialmente las leyes, pero que terminó corrompiéndose, se resumió en la frase: “Se obedece, pero no se cumple”. La cual, en su uso corrupto, fomentó la dualidad entre la legalidad de lo formal y la materialidad de lo cotidiano.
Y así a modo de ejemplo, en nuestro México contemporáneo, en la legalidad de lo formal se garantiza la libertad de prensa, pero cuántos gobernadores no hacen guerra sucia en la materialidad de lo cotidiano a periodistas que ejercen dicha libertad.
En la tercera y cuarta parte de este artículo se abordará el otro punto polémico relativo a la obra Evangelizadora de los españoles.
CONTINUARÁ…
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