Decía Antonio Gramsci que una crisis consiste en que “lo viejo muere y lo nuevo no puede nacer: en ese interregno se verifican los fenómenos morbosos más variados”. México vive en esa transición descrita por el ideólogo italiano, donde lo viejo no se va y lo nuevo aún no llega. Serán meses de inestabilidad que alcanzarán su máximo desarrollo en el mes de septiembre, cuando un presidente que aún no se va, concentre un mayor poder, pues tendrá bajo su control un Congreso capaz de cambiar todo lo que se le ocurra en 30 días.
En este periodo, la presidenta electa intentará dar certidumbre y estabilidad a su ascenso dando confianza a los mercados, pero las noticias de las mañaneras volverán a tumbarlos. Una parte de la clase política empezará a alinearse al nuevo Poder Ejecutivo que empieza a emerger; por ejemplo, Marcelo Ebrard ya dejó en claro que su jefa política es Claudia Sheinbaum; pero los personajes más radicales e ideológicos estarán presionando para mantenerse en el poder como guardianes del López Obrador, cuando haya dejado la Presidencia de la República.
Todos estos tres meses de vértigo político local se mezclarán con las campañas políticas que se viven en Estados Unidos, donde uno de los temas que más gana la conversación, es qué debe hacer Estados Unidos con México. Porque el crimen organizado sigue creciendo, exportando el veneno que está paralizando las venas de miles de jóvenes que ya no tienen en su cabeza el sueño americano, sino sólo la búsqueda frenética de como pasarla bien, así sea a costa de su salud.
Es por eso que Gramsci no se equivocaba al señalar que, en esa transición, es cuando se pueden generar los fenómenos más disparatados, algunos lo han traducido, como el espacio de una sociedad que ha entrado a su noche donde “emergen los monstruos”, los actos más locos; ya que las posibilidades más descabelladas pueden desencadenarse en este escenario.
En este periodo de transición también se encuentra la oposición mexicana, donde también se pueden generar los actos menos racionales, producidos por una mala lectura de lo que ha ocurrido cuando fueron arrasados por un tsunami donde, después de su paso, ya nada estaba en su lugar, y sus actores están conmocionados e impactados aún sin saber que hacer.
Ahora vemos a una Xóchitl Gálvez que no entiende que su mensaje no llegó a amplios sectores de la población, y amenaza con recorrer el país nuevamente, porque no se ha enterado que uno de los problemas más grandes es que su personalidad, y sus ocurrencias, no ayudaron en nada a la oposición, peor aún, la hicieron retroceder. Pero ella sigue vendiendo la idea de que todo ha sido culpa de los partidos políticos.
También los dirigentes de los partidos políticos se han extraviado y actúan como si no pasara nada. Se instalaron ya complacientes en sus nuevos puestos que les garantizan el acceso a recursos públicos para seguir sobreviviendo, sin necesidad de tomar acciones más profundas. El PRI ya anunció que quiere llevar sus cambios cosméticos hasta la posibilidad de cambiar de nombre, porque decir revolucionario e institucional, ya no dice nada al México actual.
En el PAN la dinámica es parecida, harán los análisis que sean necesarios, pero los pilotos se niegan a soltar la nave. Y es que la única vez en la historia que el PAN creció hasta convertirse en gobierno, fue cuando se abrió a la sociedad y centenares de jóvenes y personas de la sociedad civil fueron postulados como candidatos; y entonces lograron un nuevo lenguaje y una nueva actitud que los llevó a conquistar el poder político. Pero ahora en lugar de abrirse, agarran más duro el volante.
Esta transición afecta el rumbo político y económico del país. Inestabilidad que se refleja en el valor del peso y los movimientos en la Bolsa Mexicana de Valores. Pero también en la actitud más radical de algunos actores norteamericanos hacia México, y si no, basta con leer el artículo de Mike Pompeo en el diario The Wall Street Journal.
Lo grave es que lo nuevo, no es tan nuevo y lo viejo tiene aún una enorme vitalidad y voluntad para no soltar el poder; lo que nos dejará en una persistente inestabilidad en el corto y mediano plazo.
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