“Lo que empieza mal, termina mal” es una frase que con mucha normalidad usamos los mexicanos para indicar que algo que comienza de manera negativa, seguramente tendrá un final desastroso.
De esa manera podemos expresarnos sobre el inicio del gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum al frente de los destinos de nuestro país.
Y aquí unos botones de muestra para confirmar lo dicho:
1.- Haberse empeñado en proteger la huida a López desbaratando al Poder Judicial la ha hecho enfrascarse en un problema que pudiera tener grandes consecuencias para la vida social de nuestro país, pues estando los tres poderes de la unión bajo el control de quien ostente la presidencia de la República se modifica sustancialmente el Estado de derecho y México deja de tener una forma de gobierno democrática, representativa y popular para volverse hacia un gobierno totalitario.
Atreverse la presidenta a caer en desacato en el cumplimiento de sendas resoluciones de Jueces Federales para cancelar la publicación en el Diario Oficial de la Federación de la reforma al Poder Judicial por considerarse que el proceso fue ilegal, la convierten en una presidenta que desde el inicio de su encargo en forma descarada se muestra como alguien que no respeta el estado de derecho. De no detentar la presidencia de la república, cualquier otro servidor público habría de enfrentar un serio procedimiento sancionatorio.
Pero lo más grave, estamos viviendo el segundo capítulo del enfrentamiento del poder ejecutivo contra el poder judicial y este es cada vez más encarnado y feroz, ¿en dónde quedó la capacidad de hacer política y el diálogo respetuoso entre poderes?
2.- Lejos de la posibilidad de que, con un cambio de gobierno, aunque la presidenta sea del mismo partido del saliente, la forma de hacer política tuviera cambios, nos encontramos con que no es más que una copia de la anterior. Las llamadas mañaneras solo siguen siendo un espacio de confrontación y descalificación hacia quienes piensan diferente de ella, a quienes casualmente continúa llamando sus adversarios. La polarización de la sociedad encabezada por quien debiera ser el primer instrumento de concordia desgasta a la sociedad, pero ella no lo ve así, parece que su soberbia y deseos de poder la hacen creer que con ello será más popular y parecida a su ídolo y a quien le debe el estar en ese lugar.
3.- La violencia y la muerte siguen siendo tristemente cosa de todos los días, con información de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana del gobierno federal, sabemos que en los primeros 18 días de gobierno de Sheinbaum ya había al menos 1,382 homicidios dolosos en el país, y como si fuera la lotería, más los que se acumulen cada semana. El asesinato emblemático del Sacerdote Católico Marcelo Pérez Pérez será sin duda una loza sobre la espalda de este gobierno, así como los habituales culiacanazos, y las masacres en estados como Michoacán, Guerrero y Chiapas, por mencionar solo algunos.
Hoy en día, en nuestro país es más peligroso ser defensor de los derechos humanos, periodista, sacerdote o simplemente un ciudadano responsable que actúa ante la realidad social, que un delincuente común o miembro del crimen organizado, mientras que la presidenta ratifica públicamente que no habrá enfrentamientos de su gobierno con los delincuentes.
4.- La buena política indudablemente necesita diálogo respetuoso entre las partes, por ello resulta absurdo que ante la pregunta directa de una periodista sobre cuándo habría de reunirse con la oposición, la presidenta Sheinbaum respondió que no lo haría, que, en todo caso, y de ser necesario, lo haría la Secretaria de Gobernación. Que cosa más disparatada, sin duda quiere ser una copia de su antecesor que con ello en nada sirvió para el bien de México, parece ser que a la presidenta le basta contar con la aprobación y el apoyo de 35 millones de mexicanos que votaron por ella olvidando que otros 23 millones optaron por otras opciones y al menos 40 millones más decidieron no votar ni por ella ni por algún otro, no se si vea los números, pues solo tuvo en las urnas el apoyo de una tercera parte de los ciudadanos.
Así, encerrada en su círculo de aplaudidores no es posible pensar que pueda salir algo bien para los mexicanos.
Pero, aquí están los malditos peros, en México no hay una oposición real al gobierno de la 4T, tristemente no hay una fuerza política que pueda forzar al gobierno a sentarse a revisar lo que es bueno para la nación. El PRD ha desaparecido, el PRI no deja de ser el PRI de siempre, el partido de origen de la mayoría de los que integran la 4T, mientras el PAN pareciera que se encuentra adormilado y sus dirigentes pensando más en cómo seguir administrando el financiamiento público y repartirse las plurinominales antes que anteponer el bien común y actuar en consecuencia. Y los demás, ni mencionarlos.
Es mi opinión, si este desastre de gobierno continúa, el resultado para los ciudadanos no será nada promisorio, sino que terminará mal. Por ello es que la respuesta ciudadana debe ser cada día más contundente, más participativa, es nuestro deber histórico.
Por otro lado, si los panistas no retomamos el curso trazado por los fundadores del Partido basado en una auténtica doctrina humanista, pasaremos a la historia como la generación que vio venir el desastre para México y lo dejamos llegar. Afortunadamente, el próximo 10 de noviembre tendremos la oportunidad de decidir si queremos seguir con un PAN como el que tenemos, o decidimos cambiar y enderezar el rumbo del Partido con Adriana Dávila Fernández en la Presidencia del Comité Ejecutivo Nacional.
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