“Hay que dejar de llorar por el México que se frustró, para empezar a construir
el México que todavía puede y debe de ser.” Manuel J. Clouthier
Aproximadamente el 40% de los ciudadanos inscritos en el Listado Nominal de Electores decidió dedicar su domingo a otra cosa que no fuera el acudir a las casillas el 2 de junio de este 2024 para emitir su voto y con ello contribuir democráticamente a la elección de Presidente de la República, Senadores, Diputados Federales y otras responsabilidades públicas en las diversas entidades federativas, en el caso de nuestra Baja California a Presidente Municipal y Diputados al Congreso del Estado.
Fue su decisión, así lo consideraron, pero eso lleva múltiples consecuencias personales, familiares y sociales.
Votar es un derecho, pero en México, también es considerado como una obligación ciudadana, así lo dispone el artículo 36 fracción III de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que a la letra dice: “Son obligaciones del ciudadano de la República:… Votar en las elecciones, las consultas populares y los procesos de revocación de mandato, en los términos que señale la ley”. Pero en una sociedad que en las últimas décadas da preeminencia a los derechos sobre las obligaciones, referir esto, puede resultar hasta ofensivo para algunos.
Tal vez por eso, el constituyente permanente prefiere que esta disposición constitucional resulte una norma imperfecta pues no es posible aplicar la sanción a que se refiere, en consecuencia, la fracción primera del artículo 38 de la propia Constitución. No hay autoridad alguna que pueda llevar a cabo algún procedimiento administrativo sancionatorio a 40 millones de mexicanos que incurrieron en la omisión de su obligación de votar, además, la sanción a la que se hacen acreedores absurdamente es la pérdida del derecho a votar en el próximo año, cuando las elecciones son cada tres años.
Por ello sostengo que la verdadera sanción de los abstencionistas es y seguirá siendo vivir las consecuencias de su omisión, aunque lamentablemente en ello “se lleven entre las patas” a quienes si acudimos a cumplir con nuestro derecho y obligación de votar.
Es común leer en redes sociales opiniones de ciudadanos que se expresan en contra de las decisiones que está tomando el régimen cuatrotero con la “mayoría calificada” con que cuentan en el Poder Legislativo, misma que hay que subrayar no logró en las urnas sino en una estrategia leguleya apoyada desde los órganos electorales pues sólo obtuvieron el 36% de los votos posibles, pero ¿cuántos de esos opinadores no acudieron a las urnas a elegir al gobierno? Es usual que en encuentros sociales y familiares escuchemos quejas contra la mal llamada “reforma judicial”, por ejemplo, pero ¿cuántos de estos amigos o familiares se olvidaron de ir a las urnas en el momento indicado?
Hoy las consecuencias del abstencionismo las pagamos todos los mexicanos, ya no hay división de poderes, están por desaparecer los órganos autónomos que garantizan la transparencia, la democracia y la seguridad. Así mismo, el diputado Ricardo Monreal, coordinador de los Diputados Federales de Morena, ya ha anunciado una reforma en materia fiscal que dice “terminará con las diferencias económicas entre los mexicanos”, lo que simplemente debe entenderse como un ataque frontal al empresariado, lo que sin duda llevará a un cierre de empresas, fuga de capitales al extranjero y desempleo.
Entiendo que las opciones que ve el ciudadano como forma de gobierno está siendo muy limitada, que la respuesta obvia es que ya no se sabe por quién votar, pero tomo como respuesta la frase del periodista español Ignacio Escolar: “¿Mejores partidos? Claro que sí. ¿Mejores políticos? Por supuesto. Pero para eso hacen falta ciudadanos comprometidos, que hagan algo más que quejarse en Twitter o en la barra del bar.”
Es mi opinión, el reto es formar ciudadanos responsables para abatir el abstencionismo electoral, esa puede ser la solución para que tengamos gobiernos que verdaderamente satisfagan a la mayoría, eso es democracia.
Y esa misma apatía de participación también la vivimos los panistas el pasado domingo 10 de noviembre en la elección de la nueva dirigencia nacional, habiendo participado tan solo un 30% de quienes teníamos la posibilidad de hacerlo. Ya estaremos pagando las consecuencias de esa apatía en los próximos años, “llevándonos entre las patas” a los ciudadanos que esperan que exista un mejor Partido Acción Nacional en el cual confiar.
Algo no estamos haciendo bien en el Partido fundado por Don Manuel Gómez Morin como escuela de ciudadanos.
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