El eje de la campaña electoral, rumbo a la elección presidencial, empezaba a ser dominada en las conversaciones políticas sobre el cambio o la continuidad. El intento de Movimiento Ciudadano es cambiar ese eje de discusión y hablar de lo viejo contra lo nuevo. En esas estábamos cuando se cayó la candidatura de Samuel García, porque antes de dejar la gubernatura, no hizo el trabajo necesario para dejar en orden la casa, tejer acuerdos y cuidar ese flanco. Pensó que con su solo capricho y poder, podría imponer su voluntad y se le vino abajo el escenario.
Sin embargo, este eje de discusión pública podría ser recuperado por cualquier otro candidato que impulse Dante Delgado con su Movimiento Ciudadano para avanzar en su afán de ganar posiciones, porque la presidencia de la república, hoy por hoy le queda lejos. Así de pragmático es Dante Delgado, así ha construido su partido. Por supuesto que este juego naranja es de riesgo, porque si se polariza la elección entre Claudia y Xóchitl (continuidad contra cambio) Movimiento Ciudadano en lugar de avanzar, quedará reducido, perdiendo más de lo que hoy tiene.
Pero si Movimiento Ciudadano utiliza bien la ayuda que le está brindando el oficialismo, y vuelve al eje de lo viejo contra lo nuevo, podría avanzar, o al menos no perder lo que hoy tiene. Por supuesto que, si el mensaje sigue siendo lo nuevo contra lo viejo, el peor vocero sería el propio Dante que viene de las entrañas más viejas del sistema político mexicano, comandadas en aquel entonces por Fernando Gutiérrez Barrios.
Dante Delgado tiene un interés personalísimo de mantener a Movimiento Ciudadano como la tercera opción, capitalizando la ayuda que le brinda el presidente López Obrador, y por lo tanto mantendrá la ruta de seguir por la presidencia con su propio equipo, y para ello va a requerir un rostro joven, si es que desea avanzar. No está fácil, tiene en contra la campaña de los que simpatizan con Xóchitl y que lo acusan de ser un esquirol, un “siervo de la nación” con chaleco y cachucha naranja.
Por ahora el Frente Opositor, que apoya a Xóchitl Gálvez, tiene un respiro para tratar de apuntalar a su candidata, que de manera errónea volteaba constantemente hacia atrás, para hablar de Samuel García, cuando esa tarea se la debería dejar a otras figuras, incluso al mismísimo Fox, sólo dándole instrucciones precisas para que no ande como chivo en cristalería.
Las campañas electorales no solo se parecen a una guerra, también se parecen a un juego deportivo, como el futbol soccer o americano: el jefe de campaña, el entrenador, debe conocer a cada uno de sus jugadores con los que cuenta, conocer sus fuerzas y debilidades, marcarles instrucciones de acuerdo a sus características físicas, pero también emocionales. Ninguna ayuda sobra, pero hay que darle cauce.
Una cosa es un equipo de guerra cuya meta es ganar, meter goles; y otra es un equipo para gobernar, que puede ser dado a conocer hasta la última etapa de una campaña, porque un equipo de gobierno no gana elecciones. Por eso Fox habla de futbol americano y de cómo los jugadores forman una línea de bloqueo que vaya despejando el camino para que la candidata se enfile al triunfo. Por ahora no se percibe que las instrucciones estén bajando a las distintas unidades de guerra del frente opositor.
Y aunque Fox no tuvo tino para disparar a Samuel García y compañía, sí estaba en el objetivo correcto, como lo muestran los recientes acontecimientos. A Fox, más que desecharlo, se le debió marcar línea, de acuerdo a las características de este viejo jugador que ya no corre como antes.
La campaña electoral es una guerra, pero también es como el futbol donde interactúa un equipo de personas. Son seres humanos con fortalezas y debilidades, si no los conoces no podrás ponerlos en las posiciones correctas, no sabrás para que te sirve cada actor. Por eso la tarea del general, del entrenador o jefe de campaña, va más allá de tomarse fotos, es un zorro que da órdenes precisas y conoce a cada jugador más allá del juego. Porque un equipo, como dice Jorge Valdano, es un estado de ánimo. Y esa sintonía se genera cuando conoces el corazón de las personas.
Antes que ganar las palmas, debes ganar los corazones.
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