La ética política

Definitivamente, y es una teoría comprobada en los hechos, no existe un buen trabajo político que no tenga su base en la búsqueda de la consecución del bien común, por ello que el ejercicio de la ética política resulta fundamental para el buen desarrollo de cualquier sociedad.

Desde las antiguas civilizaciones diversos autores han señalado la estrecha relación entre ética y política, uno de los más grandes sabios de la antigüedad Aristóteles, afirmaba que no se puede concebir la política separada de la ética. Es así como hoy podemos afirmar que ética y política necesariamente deben avanzar hacia un mismo fin: el bien común.

Estos pensamientos de antaño siguen siendo vigentes en políticos de todo el mundo, como en el expresidente de Checoslovaquia, Vaclav Havel, que dijo: “La política debe estar al servicio de la moral y la ética, y no al revés.” Enunciado que lamentablemente no es muy atendido en los hechos.

Y traigo estas ideas a colación como contraste de la práctica política que vivimos en México, no sólo en quienes nos gobiernan sino también en quienes aspiran a hacerlo y dejan muchos cuestionamientos en los ciudadanos. Nadie puede negarlo, estamos viviendo una crisis en la política mexicana.

Cuando una persona decide participar en política en forma natural lo llevan a hacerlo una de dos razones, la primera y sin duda la más esperanzadora, es el deseo de poder ser instrumento de cambio, lograr llevar al ejercicio del servicio público aquellos principios que lo mueven, generalmente vinculados con la búsqueda del bien común y con ello la prosperidad de su comunidad.

El otro motor, lamentablemente muy común en nuestros días, tiene que ver con el enriquecimiento personal a como dé lugar, motivación que evidentemente esta muy alejada de la búsqueda del bien común y que atenta al espíritu mismo del servicio público.

Sin dudarlo, podemos afirmar que la mejor manera de medir el objetivo personal del político es en sus resultados y en el capital alcanzado en su vida profesional, hoy por hoy, una buena parte de los políticos mexicanos, del color que sean, han aprendido a decir lo que el electorado quiere escuchar, sin embargo, en sus resultados se demuestra que realizan todo lo contrario y la comunidad camina sin rumbo mientras ellos acumulan riquezas que honradamente no podrían alcanzar. Así no se puede tener una buena política y los resultados finalmente serán desastrosos.

Bien lo dijo Napoleón Bonaparte: “Nada va bien en un sistema político en el que las palabras contradicen a los hechos”.

Por ello, para que nuestra ciudad, estado o país tengan rumbo, es necesario actuar con la debida ética política, comenzando por cumplir lo ofrecido para el desarrollo.

Para quienes practicamos la Religión Católica, el comportamiento político ha quedado bien definido por el Papa Francisco en su Encíclica Fratelli Tutti, que en su número 154 señala:” Para hacer posible el desarrollo de una comunidad mundial, capaz de realizar la fraternidad a partir de pueblos y naciones que vivan la amistad social, hace falta la mejor política puesta al servicio del verdadero bien común. En cambio, desgraciadamente, la política hoy con frecuencia suele asumir formas que dificultan la marcha hacia un mundo distinto.”

Este pensamiento de Francisco nos debe invitar a la reflexión personal y de comunidad.

¿Como estamos respondiendo a ese llamado a la participación política?

¿De qué lado estamos, del de los que actúan con la debida ética en la función pública o del de los que indebidamente se enriquecen a costa de los demás?

En mi concepto, los compromisos personales, en cualquier faceta de nuestra vida, y más en la política deben de ser cumplidos, pues nos marcan socialmente, si vivimos con la debida ética política nuestras acciones siempre serán bien evaluadas. Porque finalmente, recordemos que la historia y la sociedad nos habrán de juzgar.

Entendamos que quienes participamos en política tenemos un gran compromiso con el bien común, si no es así, dejaremos de ser hombres de bien para convertirnos, con justa razón, en personas públicamente calificadas como inmorales, indecentes, deshonestos e indignos.

Para tener un buen gobierno el compromiso es de todos, ya lo dijo Francisco I. Madero: “Un buen gobierno solamente puede existir cuando hay buenos ciudadanos”. Involúcrate, participa.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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