Si ustedes que me leen son padres, déjenme les digo, los maestros nos damos cuenta de todo, absolutamente de todo.
No es una novedad en México los feminicidios y uno de los más recientes es el caso de Diego Mañón Melgoza quien es el presunto asesino de Jessica González. La nación azteca ha tocado fondo en la violencia de género desde hace ya muchísimos años y el gobierno, los anteriores y este no hacen mucho por cambiarlo. No sólo se trata de encontrar al culpable y meterlo en la cárcel por el resto de la vida, esto va más allá aún de los valores familiares, esto se trata de inteligencia emocional. ¿Alguna vez habías escuchado sobre este término?
En palabras básicas, la inteligencia emocional es la capacidad que tiene el ser humano de manejar sus emociones e impulsos frente a distintas situaciones tanto de alegría, tristeza como enojo. Esta gestión de las emociones se enfoca en el autoconocimiento emocional; autoestima; asertividad; pensamiento positivo; automotivación; empatía y habilidades sociales. Sin estas será difícil que una persona tenga éxito en sociedad ¿Cuántas veces has perdido una relación con una pareja, una amistad, un trabajo, un compañero de trabajo o con un familiar por no haber sabido controlar tus impulsos y emociones, ya sea con palabras o con acciones? ¿Pudiste arreglarlo de una mejor manera y sin terminar mal?
En mi experiencia como maestra y mentora de preparatoria en una de las universidades privadas más conocidas en México puedo decirles que la educación emocional empieza en casa, desde ahí se va forjando y si los padres no tienen las habilidades para gestionar sus emociones y son violentos ya sea físicamente o verbalmente, sus hijos aprenden eso también y ahí se va siguiendo la cadenita. Cuando tenía alumnos problemáticos ya sabía que en casa algo estaba mal, sólo faltaba con llamar a los padres a junta para confirmar las sospechas.
Si ustedes que me leen son padres, déjenme les digo, los maestros nos damos cuenta de todo, absolutamente de todo, los niños y jóvenes siempre terminan contándonos si los padres se golpearon, si se gritaron, si usan drogas, si tienen enfermedades mentales, si están divorciados o engañan a su padre o su madre, si son violentados, no se imaginan la cantidad de historias que escuchamos. Una vez me tocó que una de mis mentoreadas había llegado tarde a las clases y me la habían reportado los maestros, cosa rarísima en esa alumna, fui y la busqué para preguntar si todo bien y me dijo –¡Ay miss! Vengo del hospital. Y yo –¡Pero ¿qué te pasó?! Ella prosigue –Mi papá le pegó a mi mamá en la noche, y mi mamá no se dejó, y le aventó los zapatos y pues mi papá se la regresó y así hasta que terminamos en el hospital.
Corte A, esa alumnita estaba enamorada de un muchachito que para terminar de cerrar el círculo también era uno de mis alumnos que mentoreaba, otros estudiantes me reportaron anomalías, que al parecer él abusaba de que la jovencita estaba enamorada de él y le pedía hacer tareas, la manipulaba y la violentaba con palabras. Tuve una plática seria con él, por supuesto él me lo negó; pero ella sí aceptó que aquellas cosas pasaban. Ahí tienen un ejemplo de que lo que pasa en casa los jóvenes lo normalizan y luego repiten los patrones.
Como la anterior historia muchas más con las que tuve que lidiar, padres que no hacían caso de sus hijos, padres que sobreprotegían, que eran muy conservadores, padres que insultaban, me quedé muchas veces con ganas de decirles –por favor, entienda no se puede comportar así o decir tales cosas porque sólo va a traer los siguientes daños a sus hijos pero lamentablemente son personas que no van a escuchar, son padres que creían que con dinero todo debía estar bien con sus hijos y no, no señores y señoras, sus hijos los necesitan a ustedes más que al dinero y las comodidades, los necesitan sanos física y mentalmente, necesitan su atención, amor y respeto.
Cuando conocía a esos padres pensaba entre mí, ahora entiendo por qué el alumno/a es así. Yo decía si quiero que cambie mi mentoreado/a necesito primero reeducar a los padres, pero cállense, había unos tan pero tan cerrados que si me atrevía a siquiera insinuarles que tenían que trabajar en su control de emociones o en ellos mismos primero capaz me sacaba una buena paliza verbal. En ocasiones los maestros por más buen corazón y ganas de ayudar, no podemos solos, necesitamos de ustedes padres y su disposición a mejorar.
Por otro lado, también están los padres preocupados que se acercan, que te piden consejo que te preguntan ¿Qué me aconseja que haga con mi hijo/a? ¿Cómo lo trato? Esos padres valen oro, están abiertos a escuchar a los profesionales, porque no sólo a mí como experta en educación sino a la psicóloga que hacia el acompañamiento, eran pocos pero sí y los resultados siempre fueron maravillosos, por favor estén abiertos a escuchar que aunque sean padres, no son perfectos, ustedes también son seres humanos y tienen derecho a estar mal y a hacer ayudados y apoyados, padres y maestros siempre deben trabajar en conjunto para poder educar ciudadanos sanos y con valores.
He escuchado muchas veces que dicen –es que no se estudia para ser padres. O la otra frase –nadie te enseña a ser padre. Pues no, pero existen instituciones que ofrecen escuela para padres gratuitamente, aprovechen esos cursos. En la universidad donde trabajé lo ofrecían gratis y saben, sólo iban los padres de los alumnos excelentes, pues sí por eso eran buenos estudiantes porque había armonía en casa y estaban los padres preocupados por seguir aprendiendo.
Desde mi perspectiva, la excesiva violencia en México se debe comenzar a trabajar desde los hogares, el gobierno necesita ofrecer terapias psicológicas gratuitas porque recuerden, así como cuando nos duele el cuerpo vamos con el médico, debemos ir con el psicólogo cuando nos duelan las emociones, cuando tengamos pensamientos extraños recurrentes y cuando nos demos cuenta que no sabemos controlar nuestros impulsos o si lo vemos en nuestros hijos. La sociedad podrá ir cambiando con la ayuda de todos, pero hay que empezar con uno mismo.
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