En política no hay sorpresas, hay sorprendidos. Los jugadores más astutos de la política han desarrollado toda serie de habilidades para mantenerse en el poder a través de presiones, negociaciones, y previendo las consecuencias de cada acción; como en el juego del ajedrez, se mide como va a repercutir cada movimiento para el futuro inmediato, lo que les permite ganar el juego.
Por eso muchos rostros de la clase política se mantienen vigentes al pasar de las décadas, porque logran entender los signos de los tiempos y conocer para donde sopla el viento. Cuando la revolución viene ¡hazte revolucionario! El pragmatismo total.
En las campañas adelantadas por la sucesión presidencial hay manos que mueven las fichas y empujan el juego en una, u otra dirección; ganar lo más que se pueda de una elección presidencial que tiene además muchas sillas de poder en disputa: el congreso, las gubernaturas, las presidencias municipales y hasta los regidores.
Mientras todos podemos estar distraídos viendo el juego estelar para saber quién será el candidato presidencial del oficialismo y el de la oposición; otros aprovechan esa ola para ver el juego completo para mantenerse en el poder otra temporada y jugar a lo seguro. Arriesgar lo menos y ganar lo más que se pueda.
Por eso ya se están desatando las tensiones y las pasiones, lo mismo en el proceso electoral del Frente Amplio por México, que en el cuadro de las corcholatas de Morena.
Por ejemplo, hay expectativa en conocer, si Marcelo Ebrard seguirá jugando a lo seguro, o se animará a ser el rebelde dentro de Morena. Si juega a ganar por el camino seguro, seguirá apretando sin llegar a la ruptura. Al parecer el tiempo para colocarse como el elegido ya se le pasó, y su actitud proyecta que va a patalear para ganar posiciones para el y su equipo, siguiendo el juego de perder para ganar; como en su momento lo hizo su mentor Manuel Camacho Solís frente a Carlos Salinas, cuando se disputaba la sucesión presidencial de 1994. Hubo berrinche sin ruptura.
Al final la decisión vendrá del “Sondedo” presidencial, y Marcelo y todos los saben, así que jugar a lo seguro es apretar para sacar una tajada mayor, aunque le gane Claudia en esta etapa. Que no se haya dado a conocer el nombre de las casas encuestadoras, para elegir al aspirante de MORENA, es porque el tapadismo no se ha ido, sólo ha mutado.
En el Frente Amplio por México (FAM), el proceso se pone cada vez más interesante, porque las elites de los partidos políticos tradicionales conocen el juego de perder para ganar con todas sus variables, y así es como han sobrevivido sus dirigentes en muchas etapas y en muchas batallas.
Ya hemos comentado aquí, que hay posibilidades de que en las urnas gane Beatriz Paredes, por las estructuras partidistas que la sostienen, mientras que la encuesta la gane Xóchitl Gálvez. Por cierto, habrá que preguntarse si en una encuesta abierta, en donde incluso se pida opinión a los simpatizantes de Morena, Xóchitl podría disminuir también su ventaja ante Beatriz Paredes.
Este nudo que se avecina en el FAM, traerá un conflicto, y ahí es donde las élites de los partidos, expertas en presionar, tendrán la carta de negociación para que, como siempre, veamos en los primeros lugares de las listas a candidatos plurinominales, a los mismos rostros de las últimas décadas. Se pierde, sí, pero se gana.
Además, la baraja de la negociación se amplifica, si consideramos que ahí está Movimiento Ciudadano esperando estos conflictos en el FAM para sumar capital político a su causa. Incluso está la negociación con el mismísimo presidente, que siempre está dispuesto a cachar apoyos y dividir a la oposición.
Los jugadores con mayor experiencia y astucia actúan bajo las sombras, o actúan con el reflector, pero son los que si saben de qué se trata el juego: son López Obrador, Dante Delgado o Rubén Moreira; entre otros, pero eso sí, muy pocos.
Escenarios políticos como el que vivimos, sólo se sacuden cuando llega un candidato outsider, que por su actitud y fuerza les cambia el juego a todos.
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