La juventud es una etapa muy importante de la vida. Es una etapa de oportunidades y de potencialidades, pero también es una etapa con riesgos y vulnerabilidades.
La juventud es una etapa de oportunidades de aprender, de socializar, de realizar actividades culturales y deportivas. Todas estas oportunidades pueden llevar a los jóvenes a formar su personalidad, para generar hábitos, para encontrar gustos e incluso, es la gran oportunidad de descubrir pasiones y vocaciones. Las oportunidades nos llevan a las potencialidades, es decir, quiénes quieren y pueden ser nuestros jóvenes en el presente y en el futuro.
Sin embargo, es también en la juventud una etapa con sus propios riesgos y vulnerabilidades. Dado que es el momento en donde se pueden descubrir vocaciones, pasiones e intereses, también es un momento donde se pueden encontrar con los riesgos de las adicciones, los riesgos de la violencia y del bullying, entre muchos otros. Es una etapa de vulnerabilidades, porque es una etapa de tomar decisiones. La solución no está en “atar” o “aislar” a nuestros jóvenes, las malas influencias, las malas ideas y las malas circunstancias ahí seguirán.
Hoy nuestra sociedad ha cometido tres grandes errores al momento de voltear a ver a la juventud.
El primer error ha sido el desentendimiento. En muchas ocasiones nos hemos desentendido de la juventud, por ejemplo, cuando vamos a nuestro marco normativo nos dice que jóvenes son las personas entre 12 y 29 años de edad, como si se pudiera atender de la misma manera a una persona de 12 o de 29, hemos metido en “un cajón” edades y circunstancias tan distintas. Por si fuera poco, lleva más de 10 años parado en el Congreso Federal la posibilidad de tener una Ley General de Juventud. La juventud no ha sido prioridad por mucho tiempo.
El segundo error ha sido el juicio. Ha sido más fácil juzgar y culpabilizar a los jóvenes por muchos de sus problemas sin darnos cuenta que somos parte de los mismos. La juventud es momento de creación, de innovación e incluso de disrupción, sin embargo, en nuestro señalamiento negativo a la juventud, no hemos ayudado a afinar esas nuevas ideas y, peor aun, no hemos sabido valorar la riqueza de esos nuevos pensamientos y nuevas formas de hacer las cosas.
El tercer error ha sido la reducción. Cuando se atiende la juventud se ha reducido a temas como la sexualidad y el deporte. Esto no quiere decir que la sexualidad o el deporte estén mal, deben atenderse. El problema es cuando no se ve más allá de estos temas “cliché” de la juventud, que requieren mucho más que un balón o un condón.
Para evitar una sociedad que se desentienda, que juzgue y que reduzca a la juventud, necesitamos ser una sociedad que escuche, que entienda y atienda a nuestros jóvenes. Se requiere diálogo, empatía y acompañamiento de forma integral.
Escuchar, entender y atender de forma integral a nuestros jóvenes significa promover sus potencialidades, en cuerpo, mente, corazón y alma.
- La potencialidad del cuerpo, significa promover actividades físicas y deportivas, generar hábitos de alimentación y de cuidado.
- La potencialidad de la mente, significa ofrecer conocimientos, habilidades y capacidades propias de sus talentos e intereses.
- La potencialidad del corazón, significa amarlos incondicionalmente y acompañarlos en la forma de conducir y cuidar sus afectos hacia los amigos y en el noviazgo.
- La potencialidad del alma, significa presentarles la importancia de los valores, de hacer el bien y acompañarlos en la formación de su criterio y de toma de decisiones.
Presentar, ofrecer, promover y acompañar las potencialidades de la juventud es la responsabilidad que tenemos con nuestros jóvenes. Compartir el poder de la juventud, es el mejor regalo que podemos darles.
Yo, Elsa Méndez, como madre he podido ser testigo de los grandes riesgos pero también de las grandes oportunidades que tienen nuestros jóvenes. Es por eso que exhorto a toda persona, a toda institución, a todo político, a todo empresario a que volteemos a ver a la juventud.
Es por eso que debemos construir una nueva política y una nueva sociedad en la que se generen leyes y políticas que atiendan los riesgos que existen en la juventud. Pero sobre todo, una nueva política y una nueva sociedad que comprenda el poder de la juventud y que haga lo que le toca para apoyarla, motivarla e impulsarla, ahí nos jugamos el presente y el futuro de nuestro país.
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