Hace apenas unos días, del 14 al 17 de septiembre, el Partido Acción Nacional (PAN) y la ciudadanía entera debería haber celebrado los 85 años de la constitución formal de dicho Partido político, fundado como una opción democrática y humanista ante la realidad que México vivía en su época posrevolucionaria.
Convocados por el Licenciado Manuel Gómez Morin en el año 1939, apenas unas decenas de valientes mexicanos, hombres y mujeres de bien, deciden formar el PAN, llevando como fundamento de su decir y hacer unos Principios de Doctrina claros que tienen su fundamento en la Doctrina Social de la Iglesia Católica, con cuatro ejes principales: el respeto a la dignidad de la persona humana, la búsqueda del bien común, la solidaridad y la subsidiaridad.
En ese entonces, había que dar un paso al frente en el ámbito político, había que impulsar la democracia, la ética y los valores en la clase política, ante un partido hegemónico, por no decir único, el Partido Nacional Revolucionario (PNR) “abuelo” del actual Partido Revolucionario Institucional (PRI).
A lo largo de 85 años, con sus altas y bajas, el PAN le ha dado a México múltiples instituciones, organismos y obras, entre los que podría nombrar las siguientes: la propuesta formal de lo que hoy es el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), reformas legislativas y constitucionales trascendentales, como la creación de organismos electorales federales y locales, la primera credencial para votar con fotografía y elementos de seguridad de datos personales, el primer listado nominal para votar con fotografía para dar certeza en las casillas, la creación de órganos autónomos ciudadanizados como el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), todas ellas siendo congruentes con los principios enarbolados, por solo nombrar algunas. Por ello es que sostengo que la fundación del PAN debiera ser motivo de celebración ciudadana y no solo de sus militantes.
Pero pareciera que las actuales dirigencias partidistas se olvidaron de la congruencia de actuar conforme a los principios que se dicen enarbolar, sin dudarlo puedo afirmar que a los actuales líderes del PAN tanto a nivel nacional como en muchos, si no es que en todos los estados de la república, los Principios de Doctrina y las históricas propuestas partidistas son menos importantes que las migajas políticas que representa poder administrar los espacios de representación proporcional (pluris) y desde luego el poder ejercer el patrimonio que representan las prerrogativas económicas que el Partido recibe.
Con esta realidad, de un PAN que prefiere alianzas coyunturales, los acuerdos en lo oscurito, la política de te doy si me das, los apoyos a cambio de cargos en el gobierno y hasta de la descarada obtención de Notarías, un PAN en donde sus dirigentes y líderes se han vuelto empresarios de la noche a la mañana, en donde los escándalos por el mal manejo de los recursos públicos en los gobiernos emanados del partido son cosa de todos los días, y hasta el descarado tráfico de influencias para el otorgamiento de contratos a “empresas” de dudosa procedencia, han logrado que la imagen de aquel Partido Político ejemplar ahora se vea embarrado de esa política corrupta y convenenciera que tanto repudian los ciudadanos. Y desde luego, todo ello acrecentado con las vergonzosas traiciones ideológicas para irse a militar a otras fuerzas públicas a cambio de candidaturas o de una ¨chamba¨.
Un PAN así definitivamente no sirve, no es el PAN que necesitamos los mexicanos, por ello vale la pena que ahora que los miembros de este Partido nos encontramos en un proceso de renovación de nuestras dirigencias, meditemos realmente cual es el PAN que México necesita.
No se trata de una refundación como dicen algunos, no se pueden cambiar los Principios de Doctrina para volverlo moderno, innovador o hasta progresista como dicen otros, se trata de tener un PAN cercano a la gente, se deben encontrar propuestas alcanzables que si sirvan a los mexicanos, se debe tener un PAN con una doctrina firme, inamovible, práctico, pero sobre todo un Partido Político con militantes honestos a toda prueba, de esos que escasean hoy en la política mexicana, políticos que verdaderamente antepongan el bien común al bien personal.
Es mi opinión, si el PAN no se reencuentra con sus principios, si los panistas no entendemos que militar en ese partido político demanda más una vocación política que una forma de obtención de satisfactores económicos, si no nos reencontramos con los ciudadanos y sobre todo recuperamos su credibilidad, México estará destinado a carecer de un auténtico Partido Político y seguirá viviendo la desgracia de tener como única opción de gobierno a camarillas y sectas de corruptos convenencieros que practican la política de “al pueblo pan y circo” como una manera de mantenerlo entretenido mientras se saquea la riqueza nacional, llámese PRI o Morena.
A despertar panistas, que México nos necesita auténticos, como siempre.
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