Me asusta, me espantan algunas actuaciones y decisiones de nuestra sociedad, nos quedamos impávidos consintiendo hechos que son inauditos.
Quedo aturdido al enterarme, que a terroristas asesinos se les tengan que indemnizar y que a sus víctimas no se les apliquen de manera ecuánime los derechos humanos, y no se les tengan en cuenta ese horror, y sufrimiento que deben asumir durante el resto de sus vidas. No llego a comprender aún, a estas alturas del siglo XXI, como consentimos la explotación de niños en las minas, en los burdeles, en la droga, en las peleas de boxeo con apuestas, para que estas criaturas puedan conseguir un dinero y a la vez para mantener a sus familias, de esa miseria que consentimos todos.
Mi torpeza me invade y no llego a comprender como pederastas, psicópatas, traficantes de todo tipo, no son controlados para que no inquieten a nuestra sociedad. Esta sociedad excesivamente comunicativa en las redes sociales y que en la realidad cercana, está carente de relaciones humanas y cada vez más, de afecto. Es absurdo apegarnos a lo material y ficticio, debemos inculcar e invertir en formación, potenciar la cultura, el conocimiento, el deporte, y sobre todo, el diálogo entre familias y amigos.
Seguro que nos iría mejor…Suponemos que estamos construyendo entre todos un mundo mejor, más justo.
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