De Calles a Peña

En 1928 Plutarco Elías Calles fundó al PNR, Partido Nacional Revolucionario; diez años después, con Lázaro Cárdenas en la presidencia, en 1938 se transformaría en el Partido de la Revolución Mexicana PRM; años después, con Miguel Alemán Valdés llegó su tercera transformación al cambiar como Partido Revolucionario Institucional, el PRI. Y finalmente, sin proponérselo, Enrique Peña Nieto logró la Cuarta Transformación del PRI, pues hizo todo lo que pudo para consolidar a Morena, un nuevo partido que se fortaleció con el priismo Cardenista y el de Luis Echeverría, una izquierda priista, a la que se han unido sus juniors, esos nietos de viejos priistas, quienes, desde el Partido Verde, trabajan para consolidar a Morena, con el objetivo de restaurar al autoritario régimen priista de sus abuelos.

En realidad, como me decía un viejo amigo, el PRI no existe, existen los intereses. Y a veces se disfrazan de liberales como la rama política de Carlos Salinas de Gortari; y en otras, se disfrazan de la rama de izquierda como la de Lázaro Cárdenas, Echeverría y López Obrador. Pero todos ellos han surgido del mismo tronco sembrado por Calles, quien logró convencer a todos los generales de la revolución mexicana, para que dejaran de matarse entre sí y que lo mejor era repartirse el poder del gran pastel político en México, a través de un partido.

Calles fue así el gran arquitecto de su universo político que sorprendió al mundo con una “dictadura perfecta”, donde había elecciones, pero siempre ganaba el PRI. Incluso podrían darse el lujo de repartir algo de poder a través de partidos opositores leales, a los que les daban algunas diputaciones, para que no se parecieron a la Rusia Comunista. Cuidando controlar siempre a la oposición.

Al iniciar el siglo XXI, por primera vez una clase media instruida y rebelde fue a las urnas y logró la alternancia política en la Presidencia de la República. Pero no fue el PAN el que logró esa alternancia, fue a pesar del PAN, un partido que siempre había trabajado como la oposición leal durante décadas; después de todo su fundador, Manuel Gómez Morin, había sido destacado funcionario del mismísimo Calles.

La oposición sólo pudo quedarse doce años en el poder, entre el año 2000 y 2012, porque muchos de sus nuevos funcionarios estaban más obsesionados en copiar el estilo priista de gobernar, incluso los hicieron asesores, les dieron la chequera y pretendieron así ingenuamente que podrían gobernar largo tiempo. Le tuvieron miedo al cambio profundo. Lo que hizo posible que un nieto del PRI, Enrique Peña Nieto, recuperara el poder y abriera la puerta a la cuarta transformación del PRI.

Peña Nieto, como un nuevo junior de la política, navegó por las olas de la superficialidad de los medios televisivos; se vendió más como una estrella del mundo del espectáculo, sin profundidad, ni conocimiento, sólo el marketing. México vio, como en serie de televisión, a funcionarios que disfrutaban las mieles del poder, presumían sus casas de lujo, viajaban en helicópteros para ir al trabajo y mostraban sonrisas banales entre políticos y artistas; con spots bien producidos y bonitos, pero sin fondo. El final fue desastroso, siempre, por muy malos que fueran los presidentes en México, la población les daba altas calificaciones de popularidad; sin embargo, con Enrique Peña eso desapareció, fue el más castigado desde que se hacen estudios de opinión pública.

Bajo esa herencia, Peña Nieto hizo algunos movimientos históricos: pactó con Morena para entregar la Presidencia de la República; atacó desde el ejecutivo al candidato presidencial del PAN, Ricardo Anaya para despejarle el camino a López Obrador; y, lo no menos importante, dejó en el PRI a Alejandro Moreno, que en aquel entonces era conocido como AMLITO, por ser el que más apoyaba la nueva ruta para hacer del PRI una oposición leal, mientras sus cuadros viejos y nuevos migraban a Morena, esa ala izquierda del partido fundado por Plutarco Elías Calles

Ahora ese gen del PRI de Peña Nieto, con Alfredo del Mazo y Alejandra del Moral han concluido la fase para la transformación total del PRI. Los años de alternancia panista fueron una mala vacuna, que sólo hizo que el organismo priista mutara y saliera más fortalecido, había nacido así la cuarta transformación del PRI.

Muchos inventos han surgido de accidentes, y si no pregúntenle al creador del horno de microondas, de ese nivel es el histórico papel de Enrique Peña Nieto, que ya en el segundo piso de su cuarta transformación, podría regresar a casa con la tranquilidad que da no ser señalado como integrante del bloque conservador, sino alguien que se esforzó en firmar y en cumplir sus compromisos.

“La casualidad nos da casi siempre lo que nunca se nos hubiere ocurrido pedir”.

Alphonse de Lamartine

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