Cambiar para seguir igual

Al dar inicio un ciclo, trátese de lo que se trate, se presenta una gran oportunidad para hacer cambios en favor de los integrantes de ese círculo social, llámese familia, colonia, ciudad, estado o país. Así lo reflejamos, por ejemplo, al concluir un año e iniciar el año nuevo, los mexicanos somos muy dados a hacer una evaluación del que concluye y en consecuencia hacer planes para el siguiente, hacemos promesas de mejora y nos deseamos unos a otros lo mejor, que se logre aquello que sabemos necesitamos.

¿Y por qué no debería ser así al inicio de un sexenio de gobierno?

Estoy convencido de que la gran mayoría de los mexicanos quisiéramos ver el inicio de un nuevo gobierno con aires de prosperidad, con visos de cambios, aunque pudieran ser solo maquillados, de una nueva y mejor manera de gobernar. Porque quieran o no, los seguidores de la 4T deben reconocer que, en el gobierno de López, que se supone ya se fue, había ciertos yeros y formas de ser que no le permitían tener una sociedad en paz, y que a la llegada de la presidenta Sheinbaum deberían haber sido superados.

Pero tal parece que no será así, a los pocos días de gobierno, la llamada corcholata favorita ha demostrado que no solo pretende dar continuidad a las políticas públicas de López, sino que también a sus mañas y manías en la forma de conducirse.

Desde la preparación a su toma de protesta ante el Congreso de la Unión, mostrando sus quereres y frustraciones ideológicas, las invitaciones fueron en forma selectiva, dejando fuera al Rey de España, bajo el absurdo argumento de que no se ha querido pedir perdón por la conquista de la entonces Nueva España, que habrá que reconocer que en ese entonces México era inexistente, pues el territorio nacional no definido en ninguna cartografía, era “gobernado” por diversas etnias, algunas de ellas por cierto pelearon en favor de los españoles y otras ni cuenta se dieron de la “invasión”. Y para colmo, llegando a afirmar que la conversión de las indígenas al catolicismo era requisito de los españoles para poder violarlas. Anótenme entre los católicos que nos sentimos ofendidos con dicha temeraria afirmación.

Ya en su toma de protesta, al igual que López, no fue capaz de dirigir algunas palabras a la auténtica oposición a su gobierno, pues hay que recordar que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en su artículo 40 expresa: “Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República representativa, democrática, laica y federal, compuesta por Estados libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior, y por la Ciudad de México, unidos en una federación establecida según los principios de esta ley fundamental”.  Por lo que quienes representan a una forma diferente de pensar y de gobernar merecen toda su atención.

Lo ideal para un líder es gobernar con el apoyo de todas las fuerzas, de otra manera solo lo es de una facción más no de una nación.

Se repitió el absurdo de realizar con cargo al erario en la plaza del Zócalo de la Ciudad de México un evento 100% partidista, incluso con representaciones oficiales de los líderes de su partido político de cada entidad federativa, y pues al igual que con López, no pudo faltar ese extraño ritual de recibir el bastón de mando con su respectivo baño de humo para “purificar” su persona, dejando en segundo plano de importancia el recibir la Banda  Presidencial ante la representación popular de nuestro país que constitucionalmente lo es el Congreso de la Unión.

Y al igual que López, presento “sus 100 compromisos de gobierno”, cuando legalmente su compromiso es cumplir con el contenido de la Plataforma Política registrada por su partido ante el Instituto Nacional Electoral (INE), que por cierto ahí está en la página electrónica  https://ine.mx/actores-politicos/plataformas-electorales/ por si la extraviaron.

Ya habrá la oportunidad de presentar un comparativo de los compromisos de López con los de Sheinbaum, para ver la similitud y repeticiones en su contenido.

Y pues en su discurso político del Zócalo, al igual que López, continúo culpando a sus adversarios y antecesores de todo aquello que le pasa al país, olvidando que la 4T ya tuvo 6 años para arreglar algunos de esos problemas que tan solo se agravaron, como las dudas e información oculta de la desaparición de 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa, que ella prometió que ahora si va a esclarecer.

En la mañanera las cosas no han sido diferentes, la presidenta ya hasta habla más lento, como si ello le ayudara a identificarse más con López, continúan las excusas y acusaciones en un lugar en donde no existe ni la más mínima decencia al hacer política y el ánimo de dar la cara ante los problemas de México. Ahí esta la gira a las zonas inundadas en Guerrero, en donde al igual que su antecesor no existió el más mínimo contacto con los damnificados.

Es  mi opinión, si las formas no cambian tampoco cambiará el forno y aun con la posibilidad de lograr cosas buenas con un cambio de gobierno, seguiremos viviendo la continuidad del sexenio de López en el actuar de su corcholata favorita, la presidenta Sheinbaum, así las cosas en México, en donde hubo un cambio para seguir igual.

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