Para quienes profesamos la fe católica, el año 2025 está señalado como un año de esperanza, pues el pasado 24 de diciembre su Santidad el Papa Francisco hizo la apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, dando paso al Año Jubilar que en esta ocasión girará en torno a la esperanza y concluirá el 6 de enero del año 2026.
Cada 25 años, la Iglesia Católica celebra este acontecimiento que dio inicio en el año 1300 por el Papa Bonifacio VIII, y que permite a quienes peregrinan hacia la Puerta Santa recibir la Indulgencia Plenaria, o sea el perdón de los pecados. Para este Año Jubilar, su santidad Francisco ha determinado que serán puertas santas aquellas que en cada Diócesis propongan los respectivos Obispo, de tal manera que no necesitamos peregrinar hacia San Pedro, sino a los Templos autorizados en cada lugar.
En el evangelio según San Lucas se describe la misión de Jesús: «El Espíritu del Señor está sobre mí; porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos, a proclamar el año de gracia del Señor» (Lc 4,18‑19). Estas palabras de Jesús se convirtieron también en acciones de liberación y de conversión en sus encuentros y relaciones cotidianas con el pueblo de Dios y hacen entendible el sentido del Año Jubilar.
Para entender mejor en qué consiste la Indulgencia Plenaria, el Código de Derecho Canónico, en su numeral 992, señala: “La indulgencia es la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados en cuanto a la culpa, que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones, consigue por mediación de la Iglesia, la cual, como administradora de la redención, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los Santos.” En los numerales siguientes podremos encontrar que esta es una facultad solamente otorgada al Santo Pontífice y que las condiciones que debe cumplir un fiel católico para conseguirlas las señalará también el Papa, esta gracia puede obtenerse para sí mismo o para alguna persona difunta a la que se le quiera otorgar por parte del fiel.
Para poder obtener la Indulgencia Plenaria en este año Jubilar, se nos ha señalado que se deben cumplir las condiciones siguientes: ser bautizado en la religión católica, estar verdaderamente arrepentidos de los pecados cometidos y desear no volverlos a cometer, en estado de gracia, estar movidos por un espíritu de caridad, tener el deseo de obtenerla y peregrinar hacia la Puerta Santa, recibir la Sagrada Comunión y unirse en oración a las intenciones del Santo Padre.
Desde febrero del año 2022, el Papa Francisco ya tenía muy claro hacia donde debería dirigir al año Jubilar 2025, así quedó claro cuando escribió a Monseñor Rino Fisichella, Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización: “Debemos mantener encendida la llama de la esperanza que nos ha sido dada, y hacer todo lo posible para que cada uno recupere la fuerza y la certeza de mirar al futuro con mente abierta, corazón confiado y amplitud de miras. El próximo Jubileo puede ayudar mucho a restablecer un clima de esperanza y confianza, como signo de un nuevo renacimiento que todos percibimos como urgente. Por esa razón elegí el lema Peregrinos de la Esperanza. Todo esto será posible si somos capaces de recuperar el sentido de la fraternidad universal, si no cerramos los ojos ante la tragedia de la pobreza galopante que impide a millones de hombres, mujeres, jóvenes y niños vivir de manera humanamente digna. Pienso especialmente en los numerosos refugiados que se ven obligados a abandonar sus tierras. Ojalá que las voces de los pobres sean escuchadas en este tiempo de preparación al Jubileo que, según el mandato bíblico, devuelve a cada uno el acceso a los frutos de la tierra: «podrán comer todo lo que la tierra produzca durante su descanso, tú, tu esclavo, tu esclava y tu jornalero, así como el huésped que resida contigo; y también el ganado y los animales que estén en la tierra, podrán comer todos sus productos»”
¡Qué gran regalo de la Iglesia Católica para los católicos del mundo!, el más grande para quienes profesamos la fe católica.
Yo opino, acudir a recibir la Indulgencia Plenaria debe tener efectos en nuestra vida particular y social, así lo debemos entender y nos debe comprometer en consecuencia.
Ser Peregrinos de la Esperanza también nos debe hacer instrumentos de la misma, nuestra vida y sobre todo nuestra actitud hacia los demás no podrá ser la misma, pues una vez recibido tan divino regalo, nos debe volver instrumentos de su esperanza. Ningún católico que peregrine hacia la Puerta Santa volverá solo a ver pasar las necesidades sociales de su prójimo, nos debe comprometer a ser instrumentos de un cambio.
Dios ha puesto su esperanza en nosotros.
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