“Fratelli tutti” (Hermanos todos) es la nueva encíclica que el papa Francisco firmará el 3 de octubre en Asís, y en la que ahondará en la propuesta cristiana de fraternidad y amistad social como elementos para construir la paz.
La política contemporánea se encuentra enferma. Ha perdido su “ethos” (costumbre y conducta), es imposible pensar la vida del pueblo sin amistad social, es decir, sin política entendida como servicio de construcción fraterna del bien común, aseguró Rodrigo Guerra López, miembro del Equipo Teológico del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM).
A propósito de la próxima aparición de la encíclica Fratelli tutti (Hermanos todos) que el papa Francisco firmará el 3 de octubre en Asís, Guerra López dijo que espera que dicho documento sea una gran aportación del Sumo Pontífice con la que se pueda revalorar la acción de la política, y así poder cambiar la manera de ver y hacer política que prevaleció en el siglo pasado en la que prevalecía la lógica del poder, y se buscaba resolver los conflictos a través del triunfo de la fuerza.
A pesar de que el documento aún no ha sido publicado, Francisco en diversas ocasiones se ha referido a esta actividad y ha asegurado que la política no es mera búsqueda de eficacia, estrategia y acción organizada, sino que es vocación de servicio, diaconía laical que promueve la amistad social para la generación de bien común. Sólo así colabora a que el pueblo se torne protagonista de su historia.
En entrevista publicada en el portal Vida Nueva Digital, el también integrante de la Academia Pontificia por la Vida, destacó que resaltó que en los procesos electorales o en ciertas luchas a favor de valores fundamentales, tiende a imperar la lógica del combate y se mira con desconfianza a quien tiende puentes, a quien reconoce algo de verdad en el adversario o a quien al luchar no busca destruir sino dejar una puerta abierta por la que sea posible transitar.
Frente a ello, aseguró que la fe cristiana tiene otra perspectiva, toda vez que busca la unidad, que es superior al conflicto, procura encontrar la comunión como método de acción política, reconociendo que todos somos hermanos y estamos llamados a comportarnos como tales aun al momento de tener desacuerdos.
Mencionó que actualmente en el mundo hay países que tienen gobiernos neopopulistas, como son los casos de México y Estados Unidos, donde hoy en día están inmersos en intensos procesos políticos y electorales donde existen posturas polarizadas que desgarran a los hermanos.
Abundó que en ambos casos se ha observado la manipulación política de la fe. “El choque entre posturas contrapuestas lleva a exaltamientos irracionales y al uso instrumental de aspectos sumamente delicados al interior de la conciencia de las personas, como lo es su sensibilidad religiosa”.
El fundador del Centro de Investigación Social Avanzada (CISAV) reconoció que actualmente México está desgarrado por múltiples violencias. Además, afirmó que la manipulación política de la fe se ha presentado en todos los flancos, incluyendo al propio presidente Andrés Manuel López Obrador quien “gusta de usar expresiones, imágenes y lenguajes teológicos o para-teológicos para legitimar sus tomas de posición políticas”, señaló.
Como ejemplo de ello, recordó que en una de sus conferencias de prensa matutinas utilizó un video con frases del papa Francisco y afirmando que el corazón del evangelio son los pobres. De esta manera, apuntó que el mandatario buscaba legitimar sus polémicas iniciativas en materia de desarrollo social.
Por otra parte, Guerra López afirmó que el uso político de la fe no ha beneficiado ni al Estado ni a la Iglesia, “poco importa si se manipula la sensibilidad religiosa de las personas desde la izquierda o desde la derecha, el problema es el mismo: se utiliza la fe para radicalizar las posturas, para dividir los campos, para legitimar las decisiones propias con la absolutez de lo divino, dejando de lado la verdadera enseñanza de Jesús y del Magisterio: una misma fe puede dar lugar a posturas políticas diversas. Es legítima la pluralidad de posturas políticas entre los católicos”.
Señaló que las palabras que el Sumo Pontífice alguna vez dijo a un grupo de jesuitas para el ámbito de la política, pues “un buen católico comprometido en política siempre es un hombre de ‘pensamiento incompleto’, es decir, abierto a corregir y a revisar sus conceptos. Sólo así, en apertura real de mente y corazón es posible apreciar la verdad que hay en el otro –sea mi amigo o sea mi contrincante–. Solamente así la fraternidad puede emerger como respuesta de corazón ante el asombro que me provoca la humanidad inquieta del otro”.
Aseguró que “la doctrina social de la Iglesia es una verdadera ‘teoría crítica’ que ayuda a mantener la identidad católica por encima de la pertenencia partidista, ayuda a recordar nuestra fraternidad elemental y, por lo tanto, nos recuerda la importancia de nunca destruir al otro. Más aún, la Doctrina Social de la Iglesia salvaguarda nuestra necesaria libertad y evita que nos volvamos esclavos de consignas ideológicas parciales. Antes que políticos somos católicos. Cuando esto se invierte, la ideología inunda la mente y confunde el corazón de las personas”.
Guerra López confió en que la nueva encíclica del papa Francisco ayudará a corregir la mirada justiciera que hoy algunos tienen. “Jesús nos invita a ser siempre más amigos y hermanos que jueces de los demás. El ya no nos quiere ‘siervos’ sino ‘amigos’ para que desde esa experiencia procedamos a manifestar las consecuencias culturales de la fe con alegría, con valor, pero sin actitudes reaccionarias. Fraternidad en buena medida significa ampliar el horizonte de mi mezquino corazón hacia horizontes que rebasen los meros intereses de poder”.
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