En vísperas del inicio del año nuevo, el papa Francisco encabezó la plegaria de las Primeras Vísperas a María Santísima Madre de Dios y la tradicional oración de acción de gracias al concluir el año, y deseo que 2025 sea un año para caminar juntos, como peregrinos de la esperanza, por el camino de la fraternidad, y de cambiar lo que no es humano para comprometerse a vivir cada día como hermano del prójimo.
En la Basílica de San Pedro, en la ciudad del Vaticano, en el marco del recién inaugurado Jubileo, el Sumo Pontífice dio “gracias al Señor porque nos ha permitido trabajar, y trabajar mucho, y sobre todo porque nos ha permitido hacerlo con este gran sentido, con este amplio horizonte que es la esperanza. de fraternidad”.
En su mensaje destacó que “el Jubileo tiene como lema Peregrinos de la esperanza cuyo significado es rico según las diferentes perspectivas posibles, que son como otros tantos ‘caminos’ de la peregrinación. Y uno de esos grandes caminos de esperanza por los que caminar es la fraternidad: es el camino que propuse en la encíclica Fratelli tutti. ¡Sí, la esperanza del mundo está en la fraternidad!”.
Ante ello el Vicario de Cristo lanzó una pregunta ¿La esperanza de una humanidad fraterna es sólo un eslogan retórico o tiene una base sólida sobre la cual se puede construir algo estable y duradero?
A la que él mismo contestó diciendo que “la respuesta nos la da la Santa Madre de Dios mostrándonos a Jesús. La esperanza de un mundo fraterno no es una ideología, no es un sistema económico, no es un progreso tecnológico. La esperanza de un mundo fraterno es Él, el Hijo encarnado, enviado por el Padre para que todos lleguemos a ser lo que somos, es decir, hijos del Padre que está en los cielos, y por tanto hermanos entre nosotros”.
Tomemos conciencia de cuál puede ser la obra decisiva, la obra que nos involucra a cada uno de nosotros: esta obra es aquella en la que, cada día, dejaré que Dios cambie en mí lo que no es digno de un niño. ¡Cambiar!, lo que no es humano, y en lo que me comprometeré, cada día, a vivir como hermano y hermana de mi prójimo.
Con respecto a la conmemoración del Jubileo, Francisco reconoció que el año que termina ha sido desafiante para la ciudad de Roma.
“Ciudadanos, peregrinos, turistas y cuantos estaban de paso vivieron la fase típica que precede al Jubileo, con la multiplicación de las obras, grandes y pequeñas. Esta tarde es el momento de una reflexión de sabiduría, para considerar que toda esta obra, además del valor que tiene en sí misma, ha tenido un significado que corresponde a la propia vocación de Roma, a su vocación universal. A la luz de la Palabra de Dios que acabamos de escuchar, esta vocación podría expresarse así: Roma está llamada a acoger a todos para que todos puedan reconocerse hijos de Dios y hermanos entre sí”, recalcó.
¿Entre tus propósitos de año nuevo tienes previsto buscar la fraternidad?
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