Juan Pablo II, el papa que cambió el mundo

Tras el dolor y asombro que dejó la muerte de Juan Pablo I quien duró tan sólo 33 días como Sumo Pontífice de la Iglesia Católica, el 16 de octubre de 1978 el cardenal protodiácono pronunció al pueblo de Dios las tan esperadas palabras Habemus papam tras lo cual con mucho trabajo pronunció su nombre mientras el nuevo papa electo salía al balcón.

Frente a una multitud presente en la plaza de San Pedro vieron con alegría asomarse al balcón a Karol Wojtyła, el hombre venido de Polonia, un país con una profunda raíz cristiana y que ha dado gran testimonio de su fe, testigo fiel que él mismo fue durante muchos años cuando la Iglesia aún era perseguida.

De tan sólo 58 años en ese momento se convirtió en el primer papa no italiano en más de 400 años y tomó el nombre de su sucesor Juan Pablo que en su caso sería II, su pontificado, que duró 26 años, se convirtió en uno de los más influyentes de la historia moderna. Su legado sigue vigente en ámbitos como la política, la espiritualidad y los derechos humanos.

Clave en la caída del comunismo

Uno de los aspectos más relevantes de su pontificado fue su papel en la caída del comunismo en Europa del Este, particularmente en su natal Polonia. Desde el inicio de su papado, promovió la defensa de los derechos humanos y la libertad religiosa, enfrentándose abiertamente a los regímenes comunistas. Sus visitas a Polonia y su apoyo al movimiento sindical Solidaridad, liderado por Lech Wałęsa, inspiraron a millones y fueron fundamentales para el colapso del régimen comunista en 1989, transformando el destino de su país y en el cambio de muchos otros, un ejemplo muy claro de su influencia fue que Alemania lograra su reconciliación y unión como una misma nación nuevamente al tirarse el muro de Berlín que los dividía.

Juan Pablo II fue uno de los pontífices más viajeros de la historia. Recorrió más de 120 países y realizó cerca de 250 visitas pastorales fuera de Italia. Su cercanía con la gente y su mensaje de paz y reconciliación lo convirtieron en una figura querida por muchos, creyentes y no creyentes, en el mundo entero. Su esfuerzo por el diálogo interreligioso quedó reflejado en sus encuentros con líderes de diferentes credos, como judíos, musulmanes y ortodoxos, promoviendo la tolerancia y el respeto mutuo.

Desde el punto de vista doctrinal, Juan Pablo II dejó un fuerte impacto en la Iglesia Católica. Fue un defensor férreo de la vida, oponiéndose al aborto, la eutanasia y el uso de anticonceptivos. Además, promovió la Teología del Cuerpo, una serie de enseñanzas sobre la dignidad del ser humano y el amor conyugal. También consolidó la Jornada Mundial de la Juventud, que sigue reuniendo a millones de jóvenes en todo el mundo.

Ya eres mexicano

En su primera gira apostólica en enero de 1979, Juan Pablo II después de una breve estancia en República Dominicana visitó México por primera vez, su intención era postrarse ante los pies de la Virgen de Guadalupe para encomendar su papado.

Esta no fue la única ocasión que visitó tierra azteca sino que regresó otras cuatro ocasiones más, en 1990, 1993, 1999 y 2002, y tal era su entrañable amor que el mismo se dijo mexicano haciendo suyo el clamor que escuchaba por sus recorridos y encuentros por doquier con la gente: “Juan Pablo II ya eres mexicano”.

En su quinta y última visita, a pesar de estar en muy mal estado de salud y que los médicos le recomendaran ya no salir del Vaticano, Juan Pablo II tenía una misión especial y fundamental que cumplir, canonizar a San Juan Diego Cuauhtlatoatzin, el vidente de la Morenita.

Así, contra toda recomendación hizo valer su autoridad como Sumo Pontífice y asistió personalmente a la casita sagrada de la Virgen del Tepeyac, en México, para cumplir esta gran misión.

Atentado y perdón

El 13 de mayo de 1981, Juan Pablo II sufrió un atentado en la Plaza de San Pedro cuando Mehmet Ali Agca le disparó, hecho en el que una de las balas que iba dirigida al corazón fue detenida por la medalla de la Virgen que siempre llevaba puesta, a pesar de ello sus heridas en otras partes del cuero fueron graves, pero milagrosamente, el papa sobrevivió y, en un gesto de gran humanidad, visitó a su agresor en prisión y lo perdonó públicamente. Este acto de misericordia reforzó su imagen de líder espiritual comprometido con el perdón y la reconciliación.

Después de miles de viajes y un trabajo incansable por Dios, la Iglesia y la paz en el mundo, se cumplió el tiempo para retornar a la casa del Padre y así el 2 de abril de 2005, Juan Pablo II falleció, dejando un profundo impacto en millones de fieles.

Su proceso de canonización fue uno de los más rápidos de la historia y culminó en 2014, cuando fue proclamado santo por el papa Francisco. Su legado sigue vivo en la Iglesia y en el mundo, recordado como un líder carismático, defensor de la dignidad humana y promotor de la paz.

El pontificado de Juan Pablo II dejó huellas imborrables en la historia contemporánea. Su influencia trasciende el ámbito religioso, convirtiéndose en un símbolo de lucha por la justicia y la libertad.

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