Cuando se han cerrado escuelas debido a una emergencia sanitaria, se pierden puestos de trabajo y se restringen los desplazamientos, los infantes están más expuestos al peligro de la explotación, la violencia y los abusos: Unicef.
Henrietta Fore, directora ejecutiva del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) afirmó que el organismo que encabeza requiere de manera extraordinaria 651 millones de dólares para enfrentar la emergencia por el COVID-19, estos recursos se utilizarían para atender las necesidades de comunidades, sistemas de salud e infraestructura, de estos recursos más de 48 millones se destinarían a América Latina.
Los días pasan y el COVID-19 no cede, por el contrario, se extiende por cada rincón del mundo, y aunque el nivel económico no determina quién adquiere el virus y quién no, las medidas higiénicas son fundamentales para evitar contagiarse, opción que no tienen millones de personas que habitan en zonas marginadas las cuales carecen de agua, jabón e infraestructura sanitaria que los pone en gran riesgo.
Datos de la Unicef indican que 40 por ciento de la población en el mundo, alrededor de 3 mil millones de personas, no tienen en casa servicios de agua y no pueden adquirir jabón para lavarse las manos. Un tercio de las escuelas del mundo y la mitad de las escuelas de los países menos desarrollados no tienen espacio adecuado para que los niños se laven las manos.
Por otra parte, ante las actuales circunstancias de salud en el orbe, preocupa la protección de la infancia, puesto que la evidencia de anteriores emergencias de sanitarias muestra que cuando se cierran las escuelas, se pierden puestos de trabajo y se restringen los desplazamientos, los infantes están más expuestos al peligro de la explotación, la violencia y los abusos.
Henrietta Fore recordó que durante la epidemia del ébola en el África occidental, entre 2014 y 2016, se cerraron las escuelas, lo que repercutió en el incremento del trabajo infantil, el abandono, los abusos sexuales y los embarazos de adolescentes.
Asimismo, mencionó que en situaciones de emergencia como la actual, hay acceso limitado a los servicios básicos de salud, como la inmunización y el tratamiento de enfermedades infantiles, y en temas de salud mental crece el riesgo de sufrir de ansiedad y se presenten cambios en el comportamiento.
Fore señaló que el acceso a los servicios básicos de salud, incluidas las vacunas y el tratamiento de las enfermedades infantiles, deben atenderse de manera continua, porque “no podemos salvar a un niño de COVID-19 y luego perder a otros por neumonía, sarampión y cólera”, aseveró.
Destacó que al menos 120 países cerraron las escuelas, lo que afecta la convivencia de niños y jóvenes y puede afectar su salud mental puesto que se ven obligados a renunciar a tareas habituales como convivir con amigos y hacer deporte, lo que aumenta la ansiedad y puede conducir a cambios en sus hábitos. La depresión y la salud mental son reales y afectan a una de cada tres personas.
La directora del organismo internacional dijo que “por estas razones, la financiación destinada a este plan de respuesta humanitaria mundial para el COVID-19 es tan importante. Unicef ha hecho un llamamiento para recaudar 405 millones de dólares para nuestra respuesta en países en situación de emergencia. Además, necesitamos 246.6 millones de dólares más para nuestra respuesta en países que no están en situación de emergencia”, expresó Fore.
Unicef informó que está trabajando en México para distribuir, a partir de la semana que viene, kits de higiene que incluyen jabón antibacterial. Los kits serán distribuidos en refugios de población migrante para prevenir contagios. Además, la organización está generando y diseminando contenido dirigido a madres, padres y familias en todo el país con el fin de recordarles las medidas de prevención del contagio, apoyarlos en la continuidad educativa de niñas, niños y adolescentes, y facilitar sus esfuerzos por entretenerlos y ayudar emocionalmente durante esta crisis.
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