“La Santa Sede condena inequívocamente el abuso sexual de menores. Los abusos descritos en el informe son criminales y moralmente reprobables”.
El Vaticano manifestó “vergüenza y dolor” ante el informe que publicó esta semana la justicia de Pensilvania, Estados Unidos, en el cual se documentaron más de mil casos de abusos sexuales contra menores cometidos durante años por miembros de la Iglesia católica.
En una larga declaración publicada la noche de este 16 de agosto, el portavoz papal Greg Burke aseguró que la Santa Sede “toma muy seriamente” el trabajo del Gran Jurado que por dos años investigó esos “horribles crímenes” y los compiló en un escalofriante informe de más de 900 páginas.
“La Santa Sede condena inequívocamente el abuso sexual de menores. Los abusos descritos en el informe son criminales y moralmente reprobables. Estos hechos han traicionado la confianza y han robado a las víctimas su dignidad y su fe”, indicó el inusual texto, difundido en inglés, italiano y español.
“La Iglesia debe aprender duras lecciones de su pasado, y debería haber asunción de responsabilidad (rendición de cuentas) tanto por parte de los abusadores como por parte de aquellos que permitieron que se produjera”, añadió.
Al mismo tiempo, recordó que la mayor parte del informe se refiere a abusos cometidos antes del año 2000 y precisó que no fueron hallados casos después de 2002.
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Estableció que las conclusiones del Gran Jurado coinciden con estudios precedentes que muestran cómo las reformas hechas por la Iglesia católica en Estados Unidos (sobre todo después de 2001) han reducido drásticamente la incidencia de los abusos cometidos por el clero.
Subrayó que la Santa Sede insiste en la necesidad de mantener una constante vigilancia en todos los niveles de la Iglesia católica para garantizar la protección de los menores y de los adultos vulnerables.
El portavoz Burke insistió que, además, el Vaticano está convencido de la necesidad de obedecer a la legislación civil, incluida la obligación de denunciar los casos de abusos a menores.
“El santo padre comprende bien cuánto pueden sacudir la fe y el ánimo de los creyentes estos crímenes, y reitera el llamamiento a hacer todos los esfuerzos posibles para crear un ambiente seguro para los menores y los adultos vulnerables en la Iglesia y en toda la sociedad”, siguió.
“Las víctimas deben saber que el Papa está de su parte. Aquellos que han sufrido son su prioridad, y la Iglesia quiere escucharlos para erradicar este trágico horror que destruye la vida de los inocentes”, apuntó.
El informe, redactado a instancias del procurador general de Pensilvania Josh Shapiro, sacó a la luz ataques perpetrados por unos 300 sacerdotes y laicos de la Iglesia en un periodo de 70 años. Recopiló testimonios de unas mil víctimas, aunque estimó que el número total de afectados podría ser mayor.
Todos los casos se verificaron en seis de las ocho diócesis que existen en el Estado de Pensilvania, las otras dos ya habían sido motivo objeto de investigaciones previas.