El cardenal Marc Ouellet, a través de una carta pública, hace un fuerte llamado al exnuncio Carlo María Viganò para que nuevamente esté en comunión con los obispos en la fidelidad al Santo Padre. Sus dichos “no pueden venir del Espíritu de Dios”.
El cardenal Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos, publicó el domingo pasado una carta abierta dirigida a monseñor Carlo María Viganò, donde responde a una serie de acusaciones realizadas por el exnuncio apostólico en Estados Unidos, en contra del Papa Francisco y la Santa Sede.
Referente a las fuertes acusaciones contra el Papa Francisco por sus presuntos vínculos con el arzobispo emérito de Washington, Theodore McCarryk, y la solicitud expresa para que el papa renuncie a su cargo, el cardenal Ouellet señala que “su posición actual parece incomprensible y extremadamente reprensible, no sólo por la confusión que siembra en el pueblo de Dios, también porque sus acusaciones públicas dañan seriamente la fama de los Sucesores de los Apóstoles”.
Marc Ouellet lamenta la actitud de monseñor Viganò hacia su persona, pues a pesar de haber llevado una buena relación en el desempeño de sus encomiendas como prefecto y como nuncio, esto ya no es así por la fidelidad mostrada por el cardenal al Papa en el “servicio que me ha confiado en la Iglesia”.
Posteriormente, el cardenal Ouellet procede a analizar los dichos del exnuncio, por ejemplo, referente al informe que dice haber presentado al Papa Francisco en junio de 2013 sobre el caso McCarryk, señala Ouellet: “Dudo mucho que McCarrick lo haya interesado hasta el punto de que usted quisiera hacer creer, desde el momento en que era un arzobispo emérito de 82 años y desde hace siete años sin cargo. Además, las instrucciones escritas preparadas para usted por la Congregación para los Obispos al comienzo de su servicio en 2011, no decían nada sobre McCarrick, excepto lo que le conté sobre su situación como obispo emérito teniendo que obedecer ciertas condiciones y restricciones debido a los rumores sobre su comportamiento en el pasado”.
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Señaló que es falso presentar que las sanciones decretadas por el papa Benedicto XVI contra el arzobispo emérito hayan sido anuladas por el actual Papa. Además que diferencia de hoy, “en aquel momento no había pruebas suficientes de su presunta culpabilidad”.
“De ahí la posición de la Congregación inspirada en la prudencia y las cartas de mi predecesor y mías que reiteran, a través del Nuncio Apostólico Pietro Sambi y luego también a través de usted, la exhortación a un estilo de una vida discreta de oración y penitencia por su propio bien y el de la Iglesia. Su caso habría sido objeto de nuevas medidas disciplinarias si la nunciatura en Washington o cualquier otra fuente allí, hubiera proporcionado información reciente y decisiva sobre su comportamiento. Espero, al igual que tantos que, por respeto a las víctimas y la necesidad de justicia, la investigación en curso en los Estados Unidos y en la Curia Romana, nos ofrezca finalmente una visión crítica de los procedimientos y circunstancias de este caso para que tales eventos no vuelvan a ocurrir en el futuro”, expresa el cardenal Ouellet.
Señaló que es verdaderamente lamentable que un hombre de Iglesia, del cual ahora se sabe su incoherencia de vida, haya sido promovido para ocupar cargos de gran relevancia, sin embargo, recordó que hay que tomar en cuenta que las decisiones del Papa se toman a partir de la información existente en ese determinado momento, objeto de un “juicio prudencial que no es infalible”.
Posteriormente recrimina a monseñor Viganò por la acusación expresa de encubrimiento con pleno conocimiento por parte del Papa Francisco, cuando los hechos concretos demuestran justamente lo contrario: “Francisco no tuvo nada que ver con los ascensos de McCarrick en Nueva York, Metuchen, Newark y Washington. Le quitó su dignidad de cardenal cuando la acusación sobre abuso de menores se demostró evidente. Nunca he oído al Papa Francisco hacer alusión a este autodenominado gran consejero de su pontificado para los nombramientos en América, aunque él no oculta la confianza que deposita en algunos prelados”.
Lamentó la actitud de exnuncio apostólico manifestada en su última carta, “aparentemente muy espiritual”, pero en realidad en exceso sarcástico, donde incluso se burla y arroja dudas sobre su fe. “Esto no puede venir del Espíritu de Dios”, señaló Marc Ouellet.
Finalmente pidió una actitud fraterna por parte de monseñor Carlo María Viganò y un acercamiento a la comunión de los obispos bajo la figura petrina del Papa. “Comprendo cómo la amargura y la desilusión han marcado tu camino al servicio de la Santa Sede, pero no puedes terminar así tu vida sacerdotal, en una rebelión abierta y escandalosa, que inflige una herida muy dolorosa a la Esposa de Cristo, a la que pretendes servir mejor, agravando la división y el desconcierto en el pueblo de Dios”.
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