Los conflictos y la inseguridad siguen siendo los principales motores del hambre y la hambruna. Cada uno de los siete países en los que durante 2022 la población padeció situaciones de carencia grave de alimentos también se vieron afectados por conflictos armados o niveles extremos de violencia, reveló el Consejo de Seguridad la coordinadora de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para la Prevención y la Respuesta al Hambre.
En una sesión del órgano de seguridad que debatió la estrecha relación entre la inseguridad alimentaria mundial y los conflictos, Reena Ghelani, coordinadora de Prevención y Respuesta a la Hambruna de las Naciones Unidas, aseguró que “los conflictos armados destruyen los sistemas alimentarios, destrozan los medios de subsistencia y expulsan a la gente de sus hogares, dejando a muchas personas en situación de extrema vulnerabilidad y hambrientas. A veces estos efectos son consecuencia de la guerra, pero con demasiada frecuencia se infligen de forma deliberada e ilegal, y el hambre se utiliza como táctica de guerra”.
Indicó que el número de personas que el año pasado sufrió inseguridad alimentaria aguda alcanzó los 250 millones, la cifra más alta registrada en los últimos años.
Añadió que las situaciones de hambre provocadas por los conflictos se ven agravadas por una mezcla tóxica de cambio climático y crisis económicas. En este sentido, alertó que “cada vez más, el cambio climático se está convirtiendo en un factor que multiplica las amenazas. A medida que la presión sobre el agua y otros recursos naturales aumenta la competencia y los desplazamientos, se extienden los conflictos y el hambre”.
Detalló que de los 10 países más expuestos a riesgos climáticos, siete están afectados por conflictos, seis cuentan con una misión de mantenimiento de la paz o una misión política especial de la ONU y cuatro tienen a más de un millón de personas a un paso de la hambruna.
Reena Ghelani señaló que es preciso renovar el compromiso en favor de la paz a través de un sistema multilateral revitalizado en el que los gobiernos, las Naciones Unidas y las organizaciones regionales trabajen codo a codo. Sin embargo, en tanto no se produzca esta situación, realizó algunas propuestas para reducir el sufrimiento de las personas y prevenir la hambruna:
- Garantizar que las partes en conflicto respeten el derecho internacional humanitario.
- Aprovechar mejor los mecanismos de alerta temprana existentes, como la Resolución 2417 del Consejo de Seguridad.
- Encontrar formas audaces y creativas de mitigar el impacto de la guerra en los más vulnerables.
- Colocar a las mujeres y las niñas en el eje de los empeños.
- Proveer una financiación humanitaria adecuada.
- Estados Unidos dona 362 millones de dólares más para combatir la inseguridad alimentaria.
Por su parte, Anthony Blinken, secretario de Estado de Estados Unidos, anunció que el gobierno de su país destinará 362 millones de dólares adicionales para combatir los factores causantes de la inseguridad alimentaria y mejorar la resiliencia en Haití y en once países africanos.
Blinken también dijo que desde la retirada rusa de la Iniciativa del Mar Negro el pasado 17 de julio, haciendo caso omiso de los llamamientos del mundo, los precios de los cereales han aumentado en más de uno por ciento en todo el mundo, y emplazó a todos los miembros del Consejo y de la ONU a decir basta a las políticas de Moscú que, en su opinión, busca usar a las personas más vulnerables del orbe como moneda de cambio.
Por su parte, el representante permanente adjunto de Rusia, Dmitry Polyanskiy, calificó de “oportunista” la posición de los países occidentales con respecto a la hambruna.
“La amenaza del hambre en el mundo les preocupa desde hace poco y sólo en la medida en que creen que pueden intentar explotar este tema para demonizar a Rusia”, afirmó.
Asimismo, acusó a Estados Unidos y sus aliados de provocar muchas crisis alimentarias a consecuencia de sus políticas de largo plazo.
“Según las previsiones de la ONU, técnicamente no existe una escasez aguda de alimentos en el mundo. Es decir, el problema no es que no haya suficientes alimentos. Se producen suficientes alimentos en el mundo. El problema es su distribución desigual cuando Occidente ha acumulado un exceso de reservas mientras que los países en desarrollo tienen un déficit”, explicó el diplomático.
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