Vehículos incendiados, columnas de humo sobre la ciudad, múltiples manifestaciones y omnipresencia policial. El centro de Hamburgo parecía en estado de sitio antes del inicio este viernes de la cumbre del G20.
Según Benjamin Laub, de 53 años, su barrio se asemeja a una zona “en estado de excepción” desde hace días. “Hace ya una semana que se oyen helicópteros constantemente, los autobuses están detenidos, la gente deja los coches aparcados en sus casas y, por primera vez en Alemania, me llevo mi pasaporte cuando salgo” debido a los controles policiales, se queja.
Miles de manifestantes volvieron a salir a las calles este viernes, primer día de la cumbre de los dirigentes de las mayores economías del planeta y países emergentes. Esta vez, con el objetivo de bloquear el acceso al recinto del encuentro a las delegaciones oficiales.
Y consiguieron ralentizar los cortejos diplomáticos que intentaban abrirse camino en medio de la agitación, y de paso perturbar un poco el inicio de las negociaciones del G20.
Según la policía, se pincharon los neumáticos de la delegación canadiense. Se quemaron numerosos vehículos, algunos de ellos de la policía, y nubes de humo negro cubrieron parte del centro de Hamburgo y del barrio cercano de Altona a principio de la mañana.
Las autoridades esperan hasta 100 mil manifestantes a lo largo de varios días al margen del G20, el primero del presidente estadounidense, Donald Trump, y en el que se hablará sobre todo de comercio y clima.
El sindicato de la policía GdP condenó este viernes “los ataques masivos de grupos extremistas violentos” y denunció que los llamados Black Blocks -grupos de manifestantes vestidos de negro y con pasamontañas asociados al movimiento anarquista- “han confiscado las manifestaciones pacíficas”.
Casi 20 mil policías venidos de toda Alemania se han desplegado en la ciudad portuaria con motivo de la cumbre como medida antiterrorista y para evitar la violencia de las cerca de 30 marchas convocadas.
No obstante, la mayor manifestación se espera el sábado. La cumbre corre el riesgo de parecer una fortaleza asediada hasta el último momento.
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