Al ordenar el traslado de la embajada norteamericana de Tel Aviv a Jerusalén, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump formalizó este miércoles el reconocimiento de Jerusalén como la capital de Israel.
El mandatario adujo que desde hace 70 años que el presidente Truman reconoció al Estado de Israel, el gobierno israelí ha hecho de Jerusalén su ciudad capital. “Es el asiento del gobierno actual de Israel, es la casa del Parlamento israelí y es la casa de la Suprema Corte de Israel”, explicó, además de que aseguró que Jerusalén es un lugar que acoge a judíos, cristianos y musulmanes.
Durante el anuncio a la prensa del traslado de la embajada, en la que estuvo acompañado por el vicepresidente, Mike Pence, el presidente norteamericano aseguró que “es el momento de reconocer Jerusalén como capital de Israel”, lo que “no es más que el reconocimiento de la realidad”.
“Esto es el reconocimiento de una realidad y es lo correcto, algo que tiene que hacerse y por eso mismo doy instrucciones al Departamento de Estado para que traslade nuestra embajada de Tel-Aviv a Jerusalén”, indicó.
Reaccionan católicos y musulmanes
La determinación de Trump fue recibida por la convocatoria a “tres días de ira” lanzada por las fuerzas palestinas e islámicas. Además, Turquía amenazó con romper sus relaciones diplomáticas con Israel. Arabia Saudí consideró la medida como “una flagrante provocación a los musulmanes de todo el mundo”. Y el presidente palestino, Mahmud Abbas, consideró “peligrosas consecuencias” para el incipiente proceso de paz que quiere poner en marcha la Casa Blanca.
Por otra parte, el Papa Francisco dijo estar profundamente preocupado, en referencia a la decisión tomada por Trump, e hizo “llamamiento desesperado para que todos se comprometan a respetar el status quo de la ciudad, en conformidad con las resoluciones pertinentes de las Naciones Unidas”. Añadió que reza porque tal identidad “sea preservada y reforzada” en beneficio de la Tierra Santa, de Medio Oriente y del mundo entero.
El Sumo Pontífice se reunió este miércoles con una delegación palestina que se reúne en el Vaticano con motivo de una reunión sobre el diálogo interreligioso. En su discurso, el Santo Padre dijo que “Tierra Santa es para nosotros los cristianos la tierra por excelencia del diálogo entre Dios y la humanidad. La culminación de ese diálogo tuvo lugar en Nazaret entre el Ángel Gabriel y la Virgen María, un evento al que el Corán también hace referencia.
“El diálogo tiene lugar en todos los niveles: con nosotros mismos a través de la reflexión y la oración, en nuestras familias, en nuestras comunidades religiosas, entre diferentes comunidades religiosas y también en la sociedad civil. La condición principal de ese diálogo es el respeto recíproco y el compromiso de fortalecer ese respeto, por el bien de reconocer los derechos de todas las personas, donde sea que estén. El diálogo es la fuente de un mayor conocimiento mutuo, una mayor estima y cooperación recíprocas en la búsqueda del bien común y una cooperación generosa para garantizar que los necesitados reciban toda la asistencia necesaria”.
Francisco concluyo pidiendo a Dios “abundantes bendiciones, y ofrezco mis buenos deseos de paz y prosperidad para el pueblo palestino, para Tierra Santa y para todo el Medio Oriente, que es tan querido para mí y para la Iglesia Católica”.
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