Venezuela está a la deriva en manos de los hilos de poder a nivel internacional. El pasado martes 22 de agosto el Secretario de Estado Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, llevó el tema de Venezuela a Rusia. A la salida de su encuentro con el canciller Serguei Lavrov en Mosca, el cardenal confirmó que la crisis de nuestro país fue uno de los temas tratados y aseguró que “Rusia puede ayudar a superar este momento tan difícil que ya tiene mucho tiempo, puede ayudar porque tiene relaciones estrechas con Venezuela”.
El segundo a bordo del Vaticano ya había anunciado que hablaría de Venezuela en su gira por Rusia. “Nuestra propuesta es siempre la misma, se necesita diálogo entre gobierno y oposición, diálogo en modo serio para un acuerdo político que permita encontrar juntos una solución democrática y pacífica de la crisis”, afirmó horas antes de partir a la agencia de noticias Askanews. Para el alto prelado la comunidad internacional puede jugar un rol importante para facilitar el “negociado” y en particular aquellos que países que “tradicionalmente tienen relaciones estrechas con Venezuela” como Rusia.
Y vaya que son estrechas esas relaciones: según el informe financiero trimestral de la petrolera Rosneft, publicado el pasado 04 de agosto, la estatal rusa habría dado este año un pago adelantado a PDVSA por la cantidad de 1.015 millones de dólares, por futuras compras de petróleo; y confirmó que en el 2016 también realizó pagos por el orden de $ 1.485 millones. Adelantos que obviamente los rusos no hacen en nombre de la “revolución bonita”, pues según medios internacionales nuestra empresa de refinación en tierras norteamericanas Citgo ya se encuentra hipotecada a los rusos en 49,9% como garantía de pago. Aquí la respuesta de por qué el Vaticano ha decidido hablar con Rusia sobre Venezuela.
Ese mismo martes, Nicolás Maduro pidió la ayuda al Papa Francisco. “Que el Papa nos ayude a impedir que Trump lance sus tropas e invada Venezuela. Le pido al papa ayuda contra la amenaza militar de los Estados Unidos. Que no me abandone, que no nos abandone”, declaró Maduro desde el palacio de Miraflores, durante una rueda de prensa con periodistas nacionales y extranjeros. Ocasión que aprovechó para hacer alarde del “apoyo” que tiene su gobierno de Rusia y anunció que próximamente viajará a Moscú para reunirse con Vladimir Putin.
Pero, no podemos dejar de meter el ojo a los movimientos de Trump. El vicepresidente de los Estados Unidos Mike Pence desestimó que “la opción militar” signifique una “intervención militar” en Venezuela. Hecho confirmado por el jefe del Comando Sur Almirante Kurt Tidd, afirmando que la mejor solución para Venezuela es la “opción diplomática”. Y el viernes la gran estocada, con la orden ejecutiva que impone por primera vez sanciones financieras para asfixiar el gobierno de Nicolás Maduro.
¿A dónde nos lleva todo esto? Está claro que los rusos no dan dinero a cambio de nada y mucho menos apoyan la “revolución chavista” por simpatías ideológicas. Tampoco necesitan de nuestro petróleo, ya que se trata del mayor productor y exportador de petróleo del mundo. Para comprender cómo se mueven los hilos internacionales, también debemos mirar las cada vez más delicadas tensiones entre Washington y Moscú.
Mientras Donald Trump marca distancias con el Kremlin, Vladimir Putin oxigena el régimen de Maduro con dinero y ahora incluso enviará 60 mil toneladas de trigo al mes para abastecer las panaderías venezolanas. Con una oposición desarticulada y la incapacidad interna para resolver nuestros problemas, ahora el destino de Venezuela pareciera depender del pulso entre Trump y Putin.
@Marinellys
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