La inmensa mayoría de los casos reportados de violencia a los menores suceden en África y Asia.
El mundo no protegió a los niños inmersos en zonas de conflicto en el año que concluyó, denunció el Fondo de las Naciones para la Infancia (Unicef) mediante un informe que recoge la situación de graves violaciones a los derechos de los niños en diversas parte del mundo.
“Los niños que viven en zonas de conflicto en todo el mundo han seguido sufriendo niveles extremos de violencia en los últimos 12 meses, y el mundo sigue sin cumplir sus obligaciones hacia ellos”, señaló Manuel Fontaine, director de Programas de Emergencia del Fondo. El informe cita casos específicos en diversos continentes.
En Asia se menciona a Afganistán, en el que hasta septiembre murieron o fueron mutilados 5 000 niños, cifra igual a la total del año 2017, además el 87% de las víctimas de los restos de los explosivos de guerra también son niños.
En el mismo continente, aun cuando los combates que sufría en años anteriores, en Irak han disminuido considerablemente, en el mes de noviembre 4 niños murieron al ser atacado el transporte en el que iban a la escuela. También es latente el peligro por minas sin explotar y el número de desplazados es aún muy alto.
Los niños de Israel y Palestina por el permanente conflicto entre estas naciones son propensos a los traumas y las lesiones, además 50 pequeños palestinos resultaron heridos en manifestaciones.
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“En Siria, entre enero y septiembre, las Naciones Unidas verificaron la muerte de 870 niños, la cifra más alta jamás registrada en los primeros nueve meses de cualquier año desde el inicio del conflicto en 2011. Los ataques continuaron durante todo el año, incluida la muerte de 30 niños en la aldea oriental de Al Shafa en noviembre”, señaló el reporte de Unicef.
En Myanmar, aún hay reportes de graves violaciones de derechos humanos de la comunidad rohingya, en el estado de Rakhine, que incluyen asesinatos, desapariciones y detenciones irregulares así como obstáculos a la libertad de tránsito, al derecho a la salud y a la educación. Esta situación podría ocasionar una “generación perdida” entre los rohingya, es decir, que no puedan tener las aptitudes mínimas para aportar a la sociedad.
En África, son numerosos los países inmersos en conflictos armados. Unicef inicia su recuento con Camerún, que ha visto un repunte de la violencia en la zona occidental del país y las comunidades escolares han sido víctimas de ataques. En noviembre estudiantes fueron secuestradas en una escuela de Nkwen y liberadas poco después. Han sido quemadas 93 han sido quemadas total o parcialmente; muchos niños sufren las consecuencias de la violencia.
En República Centroafricana, dos de cada tres niños necesita asistencia humanitaria por la reactivación de combates en el país. En tanto, en la República Democrática del Congo existe violencia interétnica así como enfrentamientos entre el ejército y milicias armadas, algunas de sus consecuencias son la respuesta inadecuada ante un rebrote de Ébola; el riesgo que corren 4.2 millones de niños de tener desnutrición aguda así como el reclutamiento forzoso de menores como niños soldados y los abusos sexuales.
En la cuenca del lago Chad que incluye regiones de Nigeria, Camerún y Níger, 1 041 escuelas están cerradas nulificando la educación de 445 000 niños y poniendo en riesgo la de 3.5 millones a causa de la violencia. Situación similar ocurre en la zona fronteriza de Mali, Burkina Fasso y Níger donde un aumento en la violencia ha ocasionado el cierre de 1 478 escuelas.
La actividad del grupo terrorista Boko Haram, entre otros grupos armados en el noreste de Nigeria, sigue teniendo como objetivo a las niñas, que son víctimas de violencia sexual, son obligadas a ser esposas de “combatientes” o son utilizadas como “bombas humanas”. En febrero secuestraron a 110 niñas y a un niño en el estado de Yobe, al momento una sigue cautiva y cinco han fallecido, el resto ya están en libertad.
“En Somalia, más de 1 800 niños fueron reclutados por las partes en el conflicto durante los primeros nueve meses del año, y 1 278 fueron secuestrados”, indicó el Fondo en su informe.
Respecto de Sudán del Sur, la Unicef señaló que el conflicto y las condiciones climáticas del país ha llevado a 6.1 millones de personas a la situación de hambre extrema, con la llegada de las lluvias las circunstancias mejoran un poco; pero casi la mitad continúan en el mismo riesgo. En cuanto a la violencia se descarga en gran medida contra las mujeres, en Bentiu, 150 mujeres y niñas sufrieron violencia sexual.
Yemen cuenta 1 427 niños asesinados o mutilados en el año, incluyendo un ataque a un autobús escolar en Sa´ada. Escuelas y hospitales son objetivos militares, además cada 10 minutos muere un pequeño por alguna enfermedad que se puede prevenir y 400 000 padecen desnutrición aguda grave.
El único caso europeo que reporta el Fondo es el del área oriental de Ucrania, donde el conflicto que sostiene ha destruido o dañado numerosas escuelas haciendo el frágil el entorno educativo de los menores aunado a los combates y artefactos sin explotar. Los más expuestos son los que residen antes de los 20 kilómetros de la llamada “línea de contacto” que divide la zona bajo control gubernamental y la que no lo está. Los bombardeos, la contaminación y las minas representan un grave riesgo.
“Es necesario hacer mucho más para prevenir las guerras y poner fin a los numerosos y desastrosos conflictos armados que devastan las vidas de los niños. Sin embargo, incluso mientras continúan las guerras, nunca debemos aceptar los ataques contra los niños. Debemos exigir a las partes beligerantes que cumplan con sus obligaciones de proteger a los niños”, señaló Fontaine.
Al margen del informe de Unicef, cabe mencionar que gran parte de la violencia relatada tiene un contexto que implica violaciones graves al derecho humano de libertad religiosa como lo ocurrido, por ejemplo, con la actividad terrorista de Boko Haram en regiones de África o en Siria e Irak con la generada por los remanentes del Estado Islámico.
Otro tipo de presión sobre el mismo derecho humano es el que sufre la comunidad rohingya en Myanmar que ha generado un éxodo masivo. El papa en repetidas ocasiones ha abogado por esta comunidad.
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