Desciende en México el Índice de Desarrollo Humano

De entre 189 países, México ocupa el sitio 76 en el Índice de Desarrollo Humano 2018, dos lugares abajo del que ocupó un año antes, lo que, ajustado por desigualdad, representa una caída de 17 lugares.


Desigualdades de desarrollo


La desigualdad de los ingresos fue la principal causa del descenso del desarrollo humano en el país según el Informe sobre Desarrollo Humano (IDH) 2019 “Más allá del ingreso, más allá de los promedios, más allá del presente: desigualdades del desarrollo humano en el siglo XXI”, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

El análisis menciona que la calidad de la educación, la violencia de género, el trabajo no remunerado y las condiciones laborales y financieras de las mujeres, el uso de energías renovables y el consumo de combustibles fósiles, la explotación de los acuíferos; la deforestación, la degradación de suelo y la pérdida de biodiversidad, son los principales retos de México para alcanzar la equidad en su población.

De acuerdo con el informe, entre 1990 y 2018 el crecimiento anual del IDH mexicano fue de 0.59, cifra menor al promedio de crecimiento mundial que se sitúa en 0.72, o al de los países de Latinoamérica y el Caribe que es de 0.68.

Si bien en la tabla del IDH en 2017 México ocupaba la posición 74, dos lugares más que en la más reciente medición, el Índice Desarrollo Humano Ajustado por la Desigualdad perdió 22.5 por ciento del valor de su IDH al pasar de 0.767 a 0.595, resultado obtenido como consecuencia por la desigualdad de los ingresos, principalmente, y por lo cual se asegura que descendió 17 lugares.

Nuevas desigualdades

De acuerdo con el Informe sobre Desarrollo Humano 2019 en todos los países hay muchas personas con escasas perspectivas de vivir un futuro mejor. Carecen de esperanza, sentido de propósito y dignidad; desde su situación de marginación, sólo les queda contemplar a otras personas que prosperan y se enriquecen cada vez más. Con demasiada frecuencia, el lugar que ocupa una persona en la sociedad sigue estando determinado por su género, su etnia o la riqueza de sus progenitores.

El análisis que año con año elabora el PNUD y que mide el progreso más allá de lo económico, muestra que a nivel mundial se están reduciendo las brechas en las necesidades más básicas, con cifras sin precedentes de personas que escapan de la pobreza, el hambre y las enfermedades.

Sin embargo, encontró hallazgos de factores que hoy en día están gestando desigualdades, como el que cada vez más jóvenes tienen estudios, pero carecen de opciones para ascender en la escala social, además de los daños que genera el cambio climático, la inequidad de género y los conflictos violentos que se presentan en varias partes del mundo.

“Si no somos capaces de abordar estos desafíos sistémicos, las desigualdades se profundizarán y se consolidará el poder y el dominio político en manos de unos pocos”, advierte el informe del PNUD.

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Por otra parte, el estudio indica que muchas desigualdades que en América Latina padece su población son resultado de la pertenencia a un grupo étnico, lo que se remontan a la época de la conquista. En el caso de México este factor reduce en 12 puntos porcentuales la probabilidad de salir de la pobreza.

Las manifestaciones que están ocurriendo en América Latina y el Caribe son una muestra de que, a pesar de décadas de crecimiento económico y prosperidad, persisten las percepciones de injusticia y pérdida de dignidad, en especial entre la clase media y la población históricamente marginada de la región.

El estudio menciona que a pesar de que la población puede protestar por sus dificultades económicas, “el verdadero protagonista es el poder. El poder de unos pocos, la falta de poder de muchos y el poder colectivo de la ciudadanía para exigir un cambio”.

Para ir más allá del ingreso es necesario combatir intereses, que se determinan por normas sociales y políticas, profundamente arraigados en la historia y la cultura de una nación o un determinado grupo.

De acuerdo al PNUD para reducir las brechas de desigualdad es necesario que se elaboren políticas públicas desde las inversiones premercado laboral en la salud y la nutrición de los niños de corta edad hasta las inversiones de mercado y postmercado laboral en pro del acceso al capital, los salarios mínimos y los servicios sociales, lo que, si se combinan correctamente para responder al contexto de cada país o grupo, se traducirán en una inversión en igualdad y sostenibilidad a lo largo de toda la vida.

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