“Nunca ha habido tantas personas viviendo en situaciones de crisis en todo el mundo, como actualmente”, señala la Organización de las Naciones Unidas.
“Yo no podía quedarme con los brazos cruzados ante las dificultades”, señala Madina Mousa, una mujer que huyó de la guerra en Siria en 2013. Ahora ayuda a las personas que viven en los campamentos de refugiados, para que pueden encarar los desafíos que enfrentan.
Cada 19 de agosto se conmemora el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria. Este año, la Organización de las Naciones Unidas decidió dedicárselo a ellas, a las mujeres que arriesgan su vida para llevar ayuda humanitaria, ésas que ayudan a salvar y mejorar la vida de personas afectadas por crisis en el mundo.
“Rendimos un homenaje especial a las trabajadoras humanitarias y a su enorme contribución a la vida de millones de mujeres, hombres y niños que necesitan ayuda con urgencia”, indicó el Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres.
Según datos de la ONU, hay más de medio millón de trabajadores humanitarios de primera línea en guerras y desastres en todo el mundo; se estima que 40% son mujeres.
Antonio Guterres enaltece la figura de la mujer en conflictos de este tipo, ya que su presencia amplía el alcance de las operaciones de ayuda y las hace más eficaces; de manera simultánea, mejora la respuesta humanitaria a la violencia contra las mujeres, que se agrava en situaciones de emergencia.
“A menudo –las mujeres– son las primeras en responder a las crisis, y las últimas en irse”, indica Naciones Unidas.
Su trabajo va desde curar las heridas de guerra hasta paliar la inseguridad alimentaria, dar asistencia educativa, orientación psicológica e inclusive auxiliar a las personas que lo han perdido todo: sus hogares, sus medios de vida, sus seres queridos.
En ese sentido, en 2019 la ONU quiere reconocer a esas mujeres con la campaña del Día Mundial de la Asistencia Humanitaria de 2019, que se denomina “Mujeres en la asistencia humanitaria” y está dedicado a las “heroínas anónimas que trabajan al frente de sus comunidades en los terrenos más difíciles”.
Asimismo, demanda que todo el personal de asistencia humanitaria tenga protección garantizada, tal como lo establece el derecho internacional.
“Las violaciones graves del derecho internacional humanitario y de los derechos humanos persisten en todo el mundo. Hace falta investigarlas y enjuiciarlas”, denuncia Antonio Guterres.
Madina Mousa: de refugiada a protectora
Huir de un lugar en el que peligraba su vida y las de sus seres queridos para llegar a otro en el que la calidad de vida no era el adecuado, despertó en Madina Mousa la inquietud de ayudar.
Cuando la guerra llegó al norte de Siria, donde vivían Madina y su familia, tuvieron que huir dejando todo lo que tenían, incluidos sus sueños y sus planes.
En busca de seguridad, llegaron al campamento de personas refugiadas de Baserma, pero la situación ahí era terrible. “La miseria de los desplazamientos era sobrecogedora”, relató Madina para la ONU.
Ante tal escenario, ella no se quedó con los brazos cruzados, quería ayudar a su familia y a los demás. Empezó a buscar trabajo como voluntaria en organizaciones locales internacionales, pero su búsqueda se complicó porque no tenía documentos oficiales que comprobaran su formación.
Fue en la Organización para el Empoderamiento de las Mujeres donde la aceptaron con un carnet de estudiante que conservaba. Ahí empezó el camino para ayudar a los demás por medio de sus conocimientos, primero como voluntaria, después como investigadora social, luego como profesora y formadora de empoderamiento de las mujeres y actualmente como supervisora de protección.
Ella y su equipo trabajan en los campamentos y se enfocan en las necesidades de las personas refugiadas y desplazadas; atienden la violencia contra las mujeres, el matrimonio precoz y la protección de la infancia.
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También hay crisis humanitaria en América
Cuando se habla de crisis humanitaria, por lo general se piensa en lugares de Medio Oriente, con conflictos armados, guerras, epidemias, hambruna y demás; pero en nuestro continente también las hay.
En Venezuela, bajo el régimen de Nicolás Maduro, miles de personas viven en una constante batalla por la vida, no tienen asegurado alimento ni asistencia médica ni seguridad social y mucho menos libertad.
Algunas de las personas que han huido del territorio venezolano han logrado mejorar la calidad de vida a comparación de su lugar de origen. Gracias a la ONU, algunas de las mujeres que han llegado a la región de Boa Vista, Roraima, en Brasil, han recibido asistencia humanitaria.
Mujeres que cruzaban la frontera iban con la idea de prostituirse para obtener dinero, pero Naciones Unidas ha intervenido para que no sea así.
Por medio de atención psicológica, apoyo monetario, cursos financieros y capacitación de autoempleo, las mujeres pueden mantenerse.
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