Las recientes lluvias e inundaciones que han asolado la región de l’Horta Sud en Valencia no son un fenómeno aislado, sino un reflejo de una creciente tendencia global hacia la intensificación de eventos climáticos extremos relacionados con el cambio climático, aseguraron la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y la Oficina para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR).
“La realidad es que el cambio climático nos va por delante y hay cada vez una intensidad mayor. La respuesta nunca va a ser los suficientemente fuerte para prevenir todos estos daños que aumentan en intensidad en frecuencia. ¿Qué podemos hacer? Hay que acelerar la preparación. Hay que desarrollar una cultura de prevención”, dijo Natalia Alonso Cano, responsable de la Oficina para Europa de UNDRR.
“Esto compete a los gobiernos- local, autonómico, nacional, europeo-, pero también a cada uno de nosotros”, añadió.
Tras el impacto de un desastre de esta magnitud, es esencial realizar un análisis exhaustivo de las necesidades de acogida, servicios públicos, salud y preparación de infraestructuras. En este sentido, la coordinación entre los diferentes niveles de gobierno (local, nacional y europeo) es vital para una respuesta eficaz, añadió.
Apuntó que una de las lecciones más importantes de esta desgracia en España, es la necesidad de fortalecer los mecanismos de alerta temprana, los sistemas de comunicación y la preparación ante futuras crisis.
Subrayó que el objetivo es minimizar los impactos de estos fenómenos y evitar que se conviertan en desastres. Para ello, consideró que la inversión en resiliencia e infraestructuras sostenibles es clave, así como el fortalecimiento de los sistemas de gobernanza que garanticen una cooperación efectiva entre los diferentes actores involucrados.
Prevenir antes que reaccionar
A pesar de los avances en la prevención y mitigación de los efectos del cambio climático, la agencia de la ONU resalta que este fenómeno está superando rápidamente los esfuerzos realizados a nivel global. “Los desastres naturales aumentan en frecuencia e intensidad, lo que requiere una respuesta más rápida, adaptativa y a largo plazo”, enfatizó Natalia Alonso.
En este sentido, consideró que es imprescindible acelerar el desarrollo de una cultura de prevención en todos los niveles: gobiernos locales, nacionales e internacionales, así como en el sector privado.
Las organizaciones educativas y la ciudadanía en general. La inversión en preparación y resiliencia, junto con la creación de mecanismos de alerta temprana y la mejora de la coordinación entre distintas administraciones y gobiernos es crucial para enfrentar los retos que se avecinan, recalcó.
La UNDRR recomienda que para 2027 todos los ciudadanos del mundo cuenten con acceso a estos mecanismos de alerta, como parte de una estrategia global de reducción de riesgos de desastres, indicó la funcionaria.
Según los informes de la OMM, los eventos climáticos extremos, como los ocurridos en la región valenciana, son cada vez más frecuentes y devastadores, afectando a miles de personas y causando daños materiales y económicos sin precedentes.
En el caso específico de l’Horta Sud, las lluvias dejaron más de 200 litros por metro cuadrado en algunas zonas en cuestión de pocas horas, lo que resultó en inundaciones masivas, la pérdida de cultivos agrícolas y graves daños a la infraestructura.
Según la Agencia Europea de Medio Ambiente, los fenómenos meteorológicos y climáticos extremos causaron pérdidas económicas de activos estimadas en 738 mil millones de euros entre 1980 y 2023 en la Unión Europea. Solo los tres últimos años han costado más de 162 mil millones de euros, lo que representa tres de los cinco años con costes más elevados, o el 22 por ciento de los costes totales desde 1980.
¿Crees que en la mayoría de los países existe una cultura de la prevención de desastres?
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