Sangre inocente, diplomacia ausente

“Nadie gana una guerra. Solo pierde la humanidad”, sentenció el papa Francisco durante su rezo del Ángelus el 8 de octubre de 2023. Su voz ha sido de las pocas constantes que, entre el estruendo de las bombas, insiste en recordar al mundo que los conflictos armados no son soluciones, sino crímenes prolongados contra la dignidad humana.

Hoy, mientras Ucrania sigue resistiendo una invasión rusa que ya va para su tercer año, e Israel y Palestina retoman el ciclo de violencia tras una efímera tregua, la urgencia de construir la paz no puede seguir postergándose.

Ucrania: una guerra que ya no conmueve, pero que sigue matando

El conflicto comenzó en 2014 con la anexión ilegal de Crimea por parte de Rusia. Pero fue el 24 de febrero de 2022 cuando Moscú lanzó una invasión a gran escala sobre Ucrania, iniciando una guerra de ocupación y resistencia con consecuencias devastadoras. Más de 10 millones de ucranianos han sido desplazados y se estiman al menos 500,000 víctimas entre muertos y heridos, según cifras del Instituto de Estudios de Guerra (ISW) y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

El Washington Post reportó el pasado 10 de marzo de 2025 que el presidente Volodymyr Zelensky realizó una visita no anunciada a Estados Unidos, buscando renovar el apoyo militar del Congreso. Zelensky advirtió: “Si Ucrania cae, la guerra no terminará en nuestras fronteras”. El presidente ucraniano pidió artillería de largo alcance y mayor defensa antiaérea para contrarrestar la nueva ofensiva rusa en Járkov y el Donbás.

Sin embargo, el debate político en EE.UU. sobre el presupuesto militar ha trabado la aprobación de nuevos paquetes de ayuda. Mientras tanto, civiles ucranianos en localidades como Avdiivka mueren bajo bombardeos rusos diarios. El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) reportó que al menos 180 escuelas fueron destruidas o dañadas solo en marzo, afectando gravemente el derecho a la educación de miles de niños.


Israel y Palestina: treguas rotas, heridas abiertas

El conflicto entre Israel y Palestina tiene más de 75 años de historia. Sin embargo, la escalada más reciente se detonó el 7 de octubre de 2023, cuando Hamas lanzó un ataque masivo desde Gaza que dejó más de 1,200 israelíes muertos. Israel respondió con una ofensiva militar prolongada que devastó Gaza.

Hasta el 1 de abril de 2025, más de 34,000 palestinos han muerto, según datos del Ministerio de Salud de Gaza, de los cuales al menos 14,000 eran niños. Las agencias de la ONU consideran que se trata de una crisis humanitaria de proporciones sin precedentes.

Luego de una breve tregua a inicios de marzo, los combates se reanudaron con más fuerza. El 27 de marzo, la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) advirtió que más del 70% de Gaza está inhabitable, y que la escasez de agua, alimentos y servicios médicos amenaza la vida de más de 2 millones de civiles atrapados sin posibilidad de huir.

El Secretario General de la ONU, António Guterres, declaró el 2 de abril: “Lo que ocurre en Gaza no puede justificarse como legítima defensa. Es una tragedia humana inadmisible”. Sin embargo, las potencias continúan divididas y sin un plan de salida viable.

El dolor de los inocentes: las verdaderas víctimas

Fatima, una niña gazatí de 12 años, perdió a su madre y a su hermano menor en un bombardeo. Ahora sobrevive en un campo de desplazados sin acceso a medicamentos ni escuela. En Ucrania, Ilya, un joven de 17 años de Mariúpol, fue reclutado por el ejército antes de terminar la secundaria. Ambos representan rostros de un drama global donde la infancia sufre las consecuencias de decisiones políticas y militares tomadas por adultos que nunca han pisado un campo de batalla.

En su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2023, el Papa fue contundente:

“Toda guerra es una derrota. La única victoria posible es la paz construida desde la justicia, el perdón y la verdad.”

Desde 2014, Francisco ha condenado cada escalada bélica con claridad moral. En enero de 2024, afirmó:

“Los que provocan guerras lo hacen por ambición y poder. No son líderes: son mercaderes de muerte.”

¿Hay salida? La diplomacia como única vía

Mientras se invierten billones de dólares en armas, la inversión en diálogo y reconstrucción es insignificante. Tanto en Ucrania como en Gaza, la vía diplomática está estancada por intereses geopolíticos, rivalidades regionales y falta de voluntad política.

Javier Solana, ex secretario general de la OTAN, advirtió recientemente en El País:

“Si el mundo no toma en serio los procesos multilaterales de paz, terminaremos normalizando lo inaceptable: guerras permanentes como parte del orden.”

La continuidad de estos conflictos no es un accidente inevitable. Es el resultado de decisiones políticas, omisiones diplomáticas y egoísmos internacionales. En palabras del Papa: “La paz es una artesanía. No se improvisa, se construye día a día”.

Frente a las ruinas de Kiev y los escombros de Gaza, la humanidad debe elegir: seguir alimentando la maquinaria bélica o dar un giro radical hacia la reconciliación. Urge escuchar a los que sufren, desarmar los discursos del odio y restaurar el valor sagrado de cada vida humana.

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