Francisco pidió perdón a las víctimas de abusos en Irlanda

Aunque la visita apostólica de dos días a Irlanda tenía por objetivo casi único la participación del pontífice en las actividades relacionadas con el Encuentro de las Familias, finalmente la crisis por los abusos sexuales contra menores terminó capitalizando el viaje.



En un raro acto penitencial y a solicitud de un grupo de víctimas de los abusos sexuales perpetrados por miembros del clero en Irlanda, el Papa Francisco pidió hoy perdón por todos los ataques y las violencias que debieron padecer miles de personas en ese país.

Al inicio de la misa conclusiva del IX Encuentro Mundial de las Familias que celebró ante miles de personas en el Phoenix Park de Dublín, el líder católico tomó la palabra y leyó un texto redactado tras la petición que le hicieron, la víspera, ocho víctimas de abuso de poder, de conciencia y sexuales.

Tras la reunión, que tuvo lugar en la sede de la nunciatura apostólica de Dublín por espacio de una hora y media, Francisco decidió seguir la recomendación de las víctimas y puso “delante de la misericordia del Señor estos crímenes” además de “pedir perdón por ellos”.

“Pedimos perdón por los abusos en Irlanda, abusos de poder y de conciencia, abusos sexuales por parte de miembros cualificados de la Iglesia”, dijo.

“De manera especial pedimos perdón por todos los abusos cometidos en diversos tipos de instituciones dirigidas por religiosos y religiosas y otros miembros de la Iglesia. Y pedimos perdón por los casos de explotación laboral a que fueron sometidos tantos menores”, añadió.

También pidió perdón por las veces que la Iglesia católica no ha brindado a los sobrevivientes cualquier tipo de compasión, búsqueda de justicia y verdad, con acciones concretas. Imploró disculpas por algunos miembros de la jerarquía eclesiástica que no se hicieron cargo de estas situaciones dolorosas y guardaron silencio.

“Pedimos perdón. Pedimos perdón”, repitió numerosas veces a lo largo de su lectura.

“Pedimos perdón por los chicos que fueron alejados de sus madres y por todas aquellas veces en las cuales se decía a muchas madres solteras que trataron de buscar a sus hijos que les habían sido alejados, o a los hijos que buscaban a sus madres, que era pecado mortal. ¡Esto no es pecado mortal, es cuarto mandamiento! Pedimos perdón”, siguió.

“Que el señor mantenga y acreciente este estado de vergüenza y de compunción, y nos dé la fuerza para comprometernos en trabajar para que nunca más suceda y para que se haga justicia”, concluyó.

Aunque la visita apostólica de dos días a Irlanda tenía por objetivo casi único la participación del pontífice en las actividades relacionadas con el Encuentro de las Familias, finalmente la crisis por los abusos sexuales contra menores terminó capitalizando el viaje.

Ese país aún padece las consecuencias de la profunda herida que dejaron miles de abusos de diverso tipo (sexuales, de conciencia, laborales) cometidos en instituciones católicas durante décadas y cuyos detalles apenas fueron sacados a la luz poco más de una década atrás gracias a dos informes independientes.

El propio Papa debió modificar su agenda original para incluir el tema de los abusos en buena parte de sus actividades, desde una oración silenciosa en la catedral dedicada a las víctimas hasta el encuentro privado con el grupo de ocho sobrevivientes, pasando por cuatro menciones en discursos públicos.

Tras haber expresado “dolor” y “vergüenza” la víspera, en su primer discurso a la nación, este día volvió a rezar por las víctimas en el santuario de la Virgen de Knock, antes de hacer el “mea culpa” arriba citado.

Más tarde, en un encuentro con obispos, regresó sobre el particular y aceptó la necesidad de que la Iglesia católica reconozca y remedie “con honestidad evangélica y valentía” los errores del pasado con respecto a la protección de los niños y los adultos vulnerables.

“En estos años todos hemos tenido que abrir nuestros ojos ante la gravedad y el alcance de los abusos sexuales en diferentes contextos sociales”, indicó.

“En Irlanda, como también en otros lugares, la honestidad y la integridad con que la Iglesia decide abordar este capítulo doloroso de su historia puede ofrecer a toda la sociedad un ejemplo y una llamada”, agregó.

Al mismo tiempo, reconoció que los obispos irlandeses supieron poner en práctica medidas para erradicar esas prácticas criminales; les pidió que, “con humildad y confianza”, puedan “emprender caminos nuevos para los nuevos tiempos”.

En el atardecer de este domingo, tras una ceremonia de despedida en el aeropuerto de Dublín, el Papa emprendió su viaje de regreso a Roma.

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