El uso de armas nucleares, así como su posesión, es inmoral. Tratar de asegurar la estabilidad y la paz mediante un falso sentido de seguridad y un “equilibrio del terror” lleva inevitablemente a relaciones envenenadas entre los pueblos y obstaculiza el diálogo: Francisco.
El mundo está “a un solo malentendido o un error de cálculo de la aniquilación nuclear”, alertó António Guterres, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), por lo que instó a los países que poseen armas nucleares a que se deshagan de las mismas, ya que aseguró que es la “única garantía de que nunca se utilizarán”.
En el arranque de la décima Conferencia de los 191 países firmantes del Acuerdo de No Proliferación Nuclear (TNP) que concluirá el 26 de agosto, mencionó que en el planeta actualmente hay casi 13 mil armas nucleares almacenadas lo que representa un riesgo para el mundo entero sobre todo por las fuertes tensiones geopolíticas y de desconfianza, principalmente en Ucrania, Oriente Medio y la península de Corea, que no se veía desde el apogeo de la Guerra Fría.
Ante este panorama, Guterres lamentó que varios países están alejándose del desarme y, en su lugar, buscan “una falsa sensación de seguridad” gastando “cientos de miles de millones de dólares en armas del fin del mundo que no tienen cabida en nuestro planeta”.
“Hemos tenido una suerte extraordinaria hasta ahora. Pero la suerte no es una estrategia ni un escudo para impedir que las tensiones geopolíticas degeneren en conflicto nuclear”, resaltó el secretario general de la ONU.
Para Guterres este evento representa una oportunidad para concretar medidas que ayudarán a evitar un desastre seguro y para encaminar a la humanidad “a un mundo sin armas nucleares”.
Armas nucleares dan falsa seguridad
El Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares (TNP) es la piedra angular de los esfuerzos mundiales para prevenir la propagación de las armas nucleares, fomentar la cooperación en los usos pacíficos de la energía nuclear y promover el objetivo del desarme nuclear y el desarme general y completo.
En las próximas cuatro semanas, los representantes de 190 países se comprometerán en la sede de la ONU en Nueva York a restablecer la fuerza vinculante del acuerdo. El tratado ha sido un baluarte contra la proliferación de armas atómicas en el mundo durante más de 50 años y sigue siendo la principal normativa nuclear civil y militar. Consagra el derecho inalienable a la energía nuclear, pero prohíbe la proliferación de armas nucleares. Sólo China, Francia, Reino Unido, Rusia y Estados Unidos pueden tenerlos.
En el marco del inicio de la revisión del TNP, el papa Francisco escribió un mensaje a través de Twitter en el que se reitera la posición de la Iglesia contra las armas atómicas:
El uso de #ArmasNucleares, así como su posesión, es inmoral. Tratar de asegurar la estabilidad y la paz mediante un falso sentido de seguridad y un “equilibrio del terror” lleva inevitablemente a relaciones envenenadas entre los pueblos y obstaculiza el diálogo. #NPTRevCon
— Papa Francisco (@Pontifex_es) August 1, 2022
Apenas en junio, el papa Francisco había enviado un mensaje al embajador Alexander Kmentt, presidente de la primera reunión de los Estados miembros del Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares, que tuvo lugar en Viena ese mes, reiterando su deseo de un mundo libre de armas nucleares, una “responsabilidad costosa y peligrosa”.
También en esa ocasión, el Pontífice subrayó en el documento que la mera posesión de armas atómicas es “inmoral”. Por ello, en nombre de la Santa Sede reiteró la urgencia del desarme, “un objetivo exigente y clarividente” especialmente en un momento en que la humanidad se encuentra en una “encrucijada”, así como la necesidad de respetar los acuerdos internacionales: “No son una forma de debilidad, sino fuentes de fortaleza”, escribía el papa.
Asimismo, el 8 de abril, la Academia Pontificia de las Ciencias publicó también una larga declaración sobre la prevención de la guerra nuclear, en la que se enumeran los riesgos que esta conllevaría para toda la humanidad. El organismo enumeró nueve puntos de acción, junto con cuatro llamamientos a los dirigentes nacionales y religiosos, a los científicos y a los hombres y mujeres de todo el mundo para que “la ciencia ayude a vivir en paz y frene la perversión de sus logros”.
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