Debido a lo que el coronavirus está dejando a su paso, el mundo ya no será el mismo. Esta experiencia nos debe ayudar a ser más humildes y solidarios.
Se ha vuelto un lugar común decir que nosotros el pueblo de México no tenemos memoria, en pocos meses olvidamos sucesos trascendentes y los medios pueden más tarde modelar el recuerdo que a base de repeticiones se fija y conserva, cuando así se quiere.
Podría ser en verdad mala memoria, podría ser la superposición de nuevos sucesos impactantes que ocupen el centro de la conversación o podría ser que más que desmemoriados somos un pueblo “primario” en el sentido que se le da en caracterología a las personas cuya “memoria emocional” es más bien corta en contraposición con los así llamados “secundarios”, los que “no olvidan”.
Estos párrafos abren las líneas siguientes en referencia a lo que sucederá cuando demos por terminado el impacto a nuestra salud y a nuestra economía que la propagación descontrolada de un virus está infringiendo a la humanidad.
He leído varios artículos que enfatizan la opinión de que la humanidad se encontrará con un “mundo nuevo” o “un mundo diferente” cuando la pandemia termine.
En varios sentidos esto es verdad, un número significativo de personas habrá muerto, los servicios de salud estarán agotados, la economía de los países estará disminuida a causa de la parálisis laboral a que está obligando la epidemia, algunos gobiernos caerán culpados de incompetencia y otras realidades más que habrán cambiado.
Me pregunto, en nuestro México ¿este cambio será para bien?, ante el cambio objetivo ¿habremos aprendido la lección que se nos está impartiendo?, ¿cambiaremos nosotros o efectivamente volveremos a ser irremediablemente los mismos?
No creo que debamos sentarnos a esperar por las respuestas, más nos vale hacer el esfuerzo de integrar a nuestro ser el que debe ser un profundo impacto a nuestras consciencias, a nuestras conductas y en consecuencia a nuestra cultura.
El ser humano que ha logrado pisar otros cuerpos celestes, que ha logrado descubrir algunos de los secretos del átomo y ha logrado leer el código de la vida en el ADN, ahora está constatando su dimensión bastante reducida ante el poder de la Creación. No importa tanto ahora saber si nosotros provocamos intencionalmente la tragedia o si fue espontánea, o si es una reacción vengativa del planeta por nuestros abusos, el sentimiento más profundo es de impotencia ante el hecho.
La impotencia mal canalizada puede llevar a la desesperación, bien canalizada debe llevarnos a la humildad. Si, necesitamos ser humildes. La Creación es la obra inconmensurable de Dios, Él mismo nos concedió inteligencia para que podamos en alguna medida comprenderla, penetrarla y para que con humildad nos maravillemos de sus obras y de su extraordinario poder. Salgamos humildes, el precio que estamos pagando es alto, no desperdiciemos la oportunidad, salgamos humildes.
Naciones clasificadas con economías por arriba de la nuestra están pasando grandes apuros, pueblos reputados con mejor educación y capaces de vivir con disciplina están sufriendo fuertes estragos, ¿esto quiere decir que finalmente no tiene importancia la previsión?, definitivamente no.
Quiere decir que a cualquiera puede sorprenderlo lo inesperado y que más nos vale escarmentar en cabeza ajena.
¿Hemos sido nosotros lo suficientemente responsables como seres humanos, como ciudadanos de nuestro México?, ¿hemos vivido con responsabilidad en los tres ejes vitales? En el eje familiar, con nuestro oficio y también responsables con nuestra comunidad.
La mayoría solemos quedarnos, en el mejor de los casos, con nuestra presencia activa en la familia y en el oficio, relegando o despreciando la responsabilidad social, abandono que se paga caro y las más de las veces por largos años.
Responsabilidad es también virtud necesaria, salgamos responsables. Se nos ha pedido para evitar el contagio recluirnos, aislarnos, si, es necesario ahora, pero cuando salgamos hay que integrarnos solidariamente con nuestros prójimos, con nuestros hermanos.
Conscientes de las enormes diferencias económicas y culturales que se dan en nuestra sociedad, en esta integración debemos ser solidarios y más allá, organizados para poder apoyar subsidiariamente a los menos dotados. Solidaridad y subsidiariedad.
Las virtudes son hábitos que se incorporan a nuestras vidas con esfuerzo y constancia, no se improvisan ni se adquieren fácilmente son un “bien arduo”.
Sería un verdadero desperdicio sufrir lo que esta epidemia nos infringe y no hacer consciencia del cambio que debemos procurarnos, salgamos humildes, salgamos responsables, salgamos solidarios.
Por supuesto que habrá razonables comparaciones acerca de que tanto saldrá afectado un país con respecto a otro, podrá ser una referencia de cierto valor, sin embargo, nuestro México independientemente de cómo se valore el daño, urge de nuestro esfuerzo profundo para llevarlo adelante, la mayoría de los pronósticos son nada halagüeños, nuestra economía ya venía lastimada y estos golpes la dañarán más.
Tenemos derecho a dolernos, pero no tenemos derecho a desperdiciar el sufrimiento, si no salimos virtuosos, ¿qué más necesitamos para entender?
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