“Quise venir hasta aquí para decirles que no están solos… este viaje quiere ser un aliciente para ustedes, un aporte que en algo allane el camino hacia la reconciliación y la paz”, dijo el Papa Francisco frente a autoridades y representantes la sociedad civil de Colombia, país que se encuentra en un complejo proceso de paz, tras 50 años de conflicto interno con grupos guerrilleros como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
“Vengo a Colombia siguiendo las huellas de mis predecesores el beato Paulo VI y San Juan Pablo II”, destacó el Santo Padre e indicó que tiene la oportunidad de reconocer sus esfuerzos por “poner fin a la violencia armada y encontrar caminos de reconciliación”, que lleva ya décadas y que en los que los colombianos han avanzado de manera importantes este mismo año. Señaló que el trabajo por la paz, siempre está abierto, no concede tregua y exige poner al centro de toda nuestra acción a la persona humana.
Deseó que estos esfuerzos hagan huir la tentación de la venganza y de la búsqueda de intereses personales y a corto plazo; además advirtió que andar por este camino es una tarea a largo plazo.
Por otro lado, señaló que son necesarias leyes que ayuden a superar “las causas estructurales de la pobreza, que generan exclusión y violencia” y recalcó que “la inequidad es la raíz de los males sociales”. Indicó que la defensa de la vida humana, en especial la más débil e indefensa, es una piedra angular en la construcción de una sociedad libre de violencia, enfatizó la importancia social de la familia, soñada por Dios como el fruto del amor de los esposos y pidió posar la mirada en los pobres, excluidos y marginados.
Finalmente, enfatizó que “no queremos que cualquier tipo de violencia restrinja o anule ni una vida más” y les comentó que son muchos los que quieren acompañarlos en su camino hacia la reconciliación y la paz.
Más tarde, el Papa saludó y bendijo a los fieles, desde el balcón del Palacio Cardenalicio de Bogotá. “Hoy entro a esta casa que es Colombia diciéndoles, ¡la paz con ustedes!” Les manifestó que los obispos y los sacerdotes deben aprender de su pueblo y como obispo que es ha venido a aprender de su fe y fortaleza ante la adversidad.
El Obispo de Roma, recalcó que Dios no es selectivo que todos somos importantes para Él, y dijo “durante estos días quisiera compartir con ustedes la verdad más importante: que Dios nos ama con amor de Padre y nos anima a seguir buscando y deseando la paz, aquella paz que es auténtica y duradera”.
Dirigiéndose a los jóvenes les dijo que la alegría es signo de quien se ha encontrado con Jesús, que si la mantienen viva junto a Él, nadie se las puede quitar pero “por las dudas”, les aconsejó, no se dejen robar la alegría, y los invitó a atreverse a soñar a lo grande.
También les hizo ver su capacidad de percibir el dolor de los demás, de comprender incluso detrás de un error un sinfín de razones y atenuantes, así como de encontrarse. Por otro lado resaltó que son capaces de perdonar y el Papa les pidió una apoyo especial, ayuden a sus mayores a sanar el corazón, a dar una segunda oportunidad a los demás. Les dejo en claro que tienen lo necesario para construir la Nación.
Y hablándoles a todos le insistió en que no dejen que el mal los venza, que Jesús ya derrotó al mal, al pecado y a la muerte, “solo basta salir a su encuentro”.
Por otra parte, el Santo Padre sostuvo un encuentro con los obispos de Colombia, en el que les encomendó que sean custodios del primer paso, y ese primer paso es Jesús y es un paso irreversible, aquel que no tiene miedo de salir de sí mismo ni de gastarse, y les pidió que hagan visible el sacramento de ese paso ya que como dice San Agustín, <<no hay ninguna invitación al amor que adelantarse en ese mismo amor>>.
Indicó que muchos pueden ayudar en la reconciliación pero ellos pueden hacer de una manera única ya que son pastores, y les señaló que tengan como peste las agendas encubiertas. Dedicó a buena parte de su mensaje a la Iglesia en Misión.
El Papa dejó en claro que Colombia no puede darse a sí misma la verdadera Renovación a la que aspira, sino que esta viene concedida desde lo alto. Supliquémosla al Señor por medio de la Virgen.
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