Continuidad o cambio en la presidencia de EU, esa es la cuestión. Este martes 3 de noviembre es el Día D en que se definirá si Trump o Biden será quien encabezará el gobierno de la Unión Americana por los próximos cuatro años.
Descalificaciones a diestra y siniestra, patadas de bajo de la mesa y encima de ella, gritos y sombrerazos y una larga lista de ataques de todos colores y sabores es lo que han utilizado por demócratas y republicanos con tal de hacerse de la presidencia de Estados Unidos durante los siguientes cuatro años.
El martes 3 de noviembre es la fecha en la que la 59ª. elección presidencial se concretará, y aunque algunos ya han emitido anticipadamente su voto no será hasta el final del día cuando se conozcan los resultados sobre quién encabezará el gobierno de una de las naciones más importantes del mundo, si continuará por un periodo más el republicano Donald Trump o si el demócrata John Biden será quien tome ahora las riendas.
Elección complicada
El ambiente polarizado en el que se han desarrollado las campañas que refleja al mismo tiempo la polarización que existe en el país norteamericano, no es lo único que hace que esta elección sea complicada, también lo es el propio sistema electoral pues a pesar de que los ciudadanos emiten su voto, no es la suma de cada sufragio lo que decide quien encabezará el gobierno, sino que ellos eligen a representantes de su localidad quienes conforman el colegio electoral del lugar, cada estado tiene un número diferente representantes de acuerdo con su población, y estos son quienes votan en la elección presidencial.
Es así que hay dos tipos de votación la primera es la votación es la directa a través del voto popular en la que pueden participar 260 millones de estadounidenses, resaltando que la suma de estos sufragios no decide quién será el futuro mandatario, sino que a través de este se elegirá la lista de los delegados de cada uno de los colegios electorales.
El segundo tipo de votación es la indirecta a través de los votos electorales en la que los delegados electorales emiten su voto de acuerdo con lo que la mayoría en su entidad determina, sin embargo, no es determinante sino que cada representante podría sufragar en cualquier sentido.
El voto popular cuenta sólo para elegir a los delegados electorales en cada estado. Así entonces, los más de 60 millones de estadounidenses que ya han votado de forma anticipada y los cerca de 200 millones que lo podrían hacer el 3 de noviembre, votarán en realidad por delegados electorales que elegirán por ellos al próximo presidente.
Existen 538 colegios electorales y los estados con más colegios electorales son California con 55, Texas con 38, Florida y Nueva York con 29, es por ello que siempre son los que están en la mira de los candidatos y muchas veces responden primordialmente a las demandas de la población de esos lugares.
Por otra parte, Alaska, Wyoming, Delaware, Montana, Dakota del Norte, Dakota del Sur, Vermont y el Distrito de Columbia (ubicado en Washington) son los estados que tienen menos colegios electorales, cada uno cuenta sólo con tres.
Quien obtenga la victoria en 270 colegios electorales gana la presidencia, pero también existe la posibilidad de un empate si cada uno de los candidatos gana 269 colegios electorales, en este caso se prevé que la decisión para elegir al nuevo mandatario recaerá en la Cámara de Representantes.
Fiel de la balanza
Los hispanos en Estados Unidos suman más de 60 millones de personas, que representan el 18.5 por ciento de la población general, y suponen el 13 por ciento de electores, según los datos del censo de esa nación hasta el 1 de julio de 2019.
En la Unión Americana hay 32 millones de latinos que pueden votar, 15 por ciento más en comparación con 2016 y lo que convierte a los hispanos en la minoría étnica con más peso en la contienda electoral, por encima de los votantes de raza negra.
Cada 30 segundos un estadounidense hispano cumple 18 años. Es la minoría que crece a mayor velocidad y la más grande en estas elecciones. Hay 32 millones en el censo electoral, 13 por ciento de votantes.
Asimismo, es importante señalar que las personas que pueden votar son los ciudadanos estadounidenses, quienes cumplan con los requisitos de residencia de su estado a pesar de que no cuentan con hogar, los mayores de 18 años cumplidos al día de la elección, y quienes estén inscritos para votar antes de la fecha límite para registrarse para sufragar en su estado, a excepción de Dakota del Norte donde no se requiere inscripción para votar.
Por otra parte, quienes no pueden votar son los no ciudadanos, incluidos los residentes permanentes con tarjeta verde o Green card.
Cabe resaltar que es considerado un crimen que quienes no son ciudadanos estadounidenses se inscriban para votar o voten en elecciones federales.
El Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos (USCIS, siglas en inglés) puede negarle la ciudadanía (naturalización) o deportar a las personas que no son ciudadanos que hayan votado o se hayan registrado para votar.
Tampoco pueden sufragar algunas personas con condenas por delitos graves ni tampoco algunas personas con discapacidad mental, en ambos casos las reglas varían según el estado.
Los ciudadanos estadounidenses que residen en Puerto Rico y otros territorios de Estados Unidos no pueden votar por presidente en la elección general.
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