Pastora Mira García, resumió el dolor de los interminables años de guerra en Colombia así como la fuerza del perdón y el amor de Dios, delante de Su Santidad Francisco, dio su testimonio como víctima de la violencia, su hija Sandra Paola fue asesinada y su cuerpo encontrado después de 7 años; tiempo después también su hijo fue privado de la vida, después asistió a un joven en desgracia, quien resultó ser uno de los asesinos de Jorge Aníbal, su hijo, con un indecible sufrimiento pero sin odio le dejó partir sin hacerle daño.
Este y otros testimonios fueron escuchados por el Papa Francisco en el Gran Encuentro de Oración por la Reconciliación Nacional, que se llevó a cabo en Villavicencio en la tercera jornada de su viaje apostólico por Colombia.
El encuentro era presidido por el Cristo de Bojayá, el cual dijo el Papa en el 2002, “presenció y sufrió la masacre de decenas de personas refugiadas en su iglesia”, la misma imagen se encuentra mutilada. El Santo Padre exclamó “¡cuánto bien nos hace escuchar sus historias! Estoy conmovido. Son historias de sufrimiento y amargura, pero también y, sobre todo, son historias de amor y perdón que nos hablan de vida y esperanza; de no dejar que el odio, la venganza o el dolor se apoderen de nuestro corazón.”
Subrayó la importancia de la verdad para alcanzar la paz e hizo un llamado al país, “Colombia, abre tu corazón de pueblo de Dios, déjate reconciliar. No le temas a la verdad ni a la justicia. Queridos colombianos, no tengan miedo a pedir y a ofrecer perdón. No se resistan a la reconciliación para acercarse, reencontrarse como hermanos y superar las enemistades.”
La primera etapa de este día 8 de septiembre, antes de viajar a Villavicencio, fue un encuentro con militares y policías, en el que destacó su peligrosa labor, y la comparó con “lo que hizo Jesús: nos pacificó con el Padre, puso en juego su vida y la entregó. Esto los hermana más a Jesús: arriesgar para hacer paz, para lograr paz. Gracias por todo esto. ¡Gracias!”
El Papa Francisco celebró la Santa Misa en Catama, Villavicencio, durante la cual llevó a cabo las beatificaciones del Obispo Jesús Emilio Jaramillo Monsalve, y al P. Pedro María Ramírez Ramos, mártir de Armero.
La celebración eucarística se ofició en la festividad de la Natividad de María y el Obispo de Roma señaló en su homilía que María es el primer resplandor que anuncia el final de la noche “y sobre todo la cercanía del día”. Su nacimiento proclama el amor con el que Dios se inclina hacia nosotros.
Al comentar el Evangelio que versó sobre la genealogía de Jesús, no es sólo una lista de nombres, sino que manifiesta que por su sangre corre la historia de un pueblo, de justos y pecadores, que nuestra salvación no es “una salvación aséptica”, “sino concreta, de vida que camina”. Esto nos ayuda a no pretender protagonismos porque ya que somos sólo una parte pequeña de una larga historia.
Subrayó además que se mencionan a algunas mujeres en esa genealogía, “que anuncian que por las venas de Jesús corre sangre pagana.” y llamó a dejar atrás nuestras actitudes machistas. A este respecto José se presenta como “figura de varón respetuoso” supeditando todo a la fama y bien de María, al que en su duda, Dios le ayuda “iluminando su juicio”.
Señaló cuanto saben los colombianos de dolor y destierros, y que “ahí está lo que Dios puede hacer con nosotros si decimos si a la verdad, a la bondad a la reconciliación”.
Indicó que reconciliarse es abrir una puerta, cuando las víctimas vencer la tentación de la venganza se vuelven los testigos mas creíbles de estos caminos de paz, “basta una persona buena para que halla esperanza y cada uno de nosotros puede ser esa persona”. Aclaró que esta “no es legitimar las injusticias personales o estructurales” es más bien “un encuentro entre hermanos dispuestos a superar la tentación del egoísmo y a renuncias a los intentos de seudojusticia” buscar “una convivencia fundada en el respeto” y los valores, dijo parafraseando a San Juan Pablo II; además enfatizó que “todo esfuerzo de paz, sin un compromiso sincero de reconciliación siempre será un fracaso”. La promesa de Jesús de estar todos los días con nosotros se cumple también en los nuevos beatos, señaló.
Después de la oración por la reconciliaron nacional en que escuchó los diferentes testimonio hizo un parada en el Parque de los Fundadores y sembró un árbol, al final se dirigió a la Nunciatura apostólica, ya en Bogotá de nueva cuenta y a las puertas de esa representación diplomática agradeció que una frase que dijo nunca olvidará “Dios perdona en mí” y añadió “Son muchos los que no pueden perdonar todavía, pero hoy recibimos una lección de teología, de alta teología, Dios perdona en mí. Basta dejar que Él haga… Darle lugar <<Mirá, yo no puedo, pero hacerlo vos>>.
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